Me asomé por la ventana para ver el horizonte nocturno. Vi un punto rojo que penetraba en mi visión, resaltando un destello luminoso, como si se tratase del ojo de una criatura enorme que amenaza desde la distancia. Miro. Me mira.
A pesar de que sé que se trata de la luz de un aerogenerador, me gusta pensar que hay algo más. Algo que poder descubrir. Llevo mucho tiempo sintiendo que todo es monótono, aunque ahora parece que las cosas están cambiando, parece que no todo va a ser como antes.Me pregunto qué pensará aquel monstruo que acecha desde la distancia en aquella tierra desconocida como lo es la silueta oscura de la pequeña sierra. ¿Será amigable? Ojalá ir y encontrarme con una criatura majestuosa, que implore respeto, y no un triste molino metálico gigante. De día no todo es tan misterioso, por eso la noche es bonita.
Quizás sea la oscuridad lo que le dé a la noche esa capa de misterio que nos hace sentir ese escalofrío y que buscamos porque nos gusta no saber. Nos gusta descubrir a la par que nos asusta. Nos intriga. Miramos el rincón de nuestro cuarto oscuro con recelo, en guardia ante la aparición de alguna criatura de ultratumba. Mucho tiempo esperando hace daño. 17 años sin que pase nada interesante hace que pierda la fe en lo sobrenatural. Ya no se juega a tener superpoderes. Ya no se juega a ser hadas. Ya no se imitan las series de dibujos animados de televisión. A estas edades, una amarga dosis de realidad ha bañado nuestra visión, junto a una capa de miopía. Quizás eso sea madurar. Quizás de eso se trate ser adulto, de aceptar lo triste y plano que es este esférico mundo. De aceptar que esa luz en el horizonte no va a dar pie a ninguna aventura, solamente molestará a la hora de querer fantasear con el horizonte nocturno.

ESTÁS LEYENDO
Vacío
NonfiksiEl día a día merma la voluntad de cada uno de maneras distintas. En esta serie de reflexiones se encuentra el paso del tiempo sobre un adolescente en su transición a la etapa adulta.