Continente Americano.

[Parte 5]

"– Usualmente  cuando despiertas, sales a beber en las mañanas?

–Un buen trago de alcohol alivia las penas —llevo la botella a su boca para darle un gran trago— ¿Quieres? —le extendio la botella a medias.

–La pregunta ofende —de la misma manera, le dio un gran trago dejando la botella vacía.

Pasaron unos segundos en completo silencio, recargados en el barandal observando el sol comenzar a salir desde el horizonte.

–¿De verdad eres tan mayor? —el primero en beber pregunto sin dirigirle una mirada al contrario.

–¿De verdad estas así de grande sin tener tantos años? —saco un cigarrillo de uno de los bolsillos de su chaqueta —Mierda, se me hará tarde.

–Tomate el día, esto ya casi acaba —el más grande se dio media vuelta para quedar frente a su contrario.

–¿Quieres que me quede contigo, no?.

–Puede ser... —sus manos tomaron vuestra cintura para apegarle a su cuerpo.

–Debo dirigir mi zona —su mano derecha acaricio la mejilla del más grande— Esos muchachos me necesitan.

–No sabes cómo me pones cuando hablas así.

Solo atinó a reír, el contrario, guardo su risa en su memoria."

Era el turno de Guanajuato, de mostrar una parte de sus fiestas y llamativos pueblos mágicos.

En un autobús con doble piso, cruzaba las carreteras del centro rumbo al pueblito Comonfort, Gto.
La radio estaba llena de cantos hacia la virgen de Guadalupe, cantos como Virgen del Tepellac, Virgen Ranchera, Mi Guadalupana y muchas conocidas más.

En Comonfort, ya estaba el estado junto a su gobernadora, esperando dichoso autobús que ya llevaba más de media hora con retraso.

–No vuelvo a aceptar que vengan aqui —Guanajuato no es caracterizado por ser un hermano con mucha paciencia, se le agota más rápido de lo que creen.

–Dales tiempo, de seguro ya no tardan —la  gobernadora estaba terminando de arreglar la corbata del estado, cuando un ruido les llamó la atención.

La carretera tenía subidas y bajadas, de igual manera curvas, en una de estas curvas se escuchaba más ruido del común, parecían fierros arrastrados acompañados de voces.

Ciudadanos guanajuatenses que rondaban cerca, se alejaron de esa manzana, no sean los narcos y termine en balacera el día.

‐¡Tranquilos! ¡Tranquilos! —un policía de tránsito intentaba que el pánico no llegara a mayores.

–¡Nel carnal! —un par de estudiantes gritaron en su dirección. El poli los miro mal.

–¡Ho! ¡Y ahora, ¿Quien podrá salvarnos?! —un muchacha que estaba en la esquina de la calle, gritó hacia el policía que parecía querer arrancarse las greñas por la poca seriedad que le daban al asunto.

–¡Yo! —el mismo muchacho de antes dirigió la palabra hacia la muchacha.

El ruido se hacía más fuerte y cercano, y el estado junto a la Gobernadora? Bien gracias, viendo lo que pasa sin mover un dedo.

–¡Tranquilos que no panda el cúnico! —otro integrante de ese mismo grupo hablo haciendo la pose del Chapulín Colorado. El policía observó a las figuras de poder, ellos estaban hablando tranquilamente, el poli mejor alzó las manos soltando una maldición al aire y se fue retirando del lugar.