Lo peor de declararte al chico que te gusta, el cual no recuerda ni tu nombre, no es que te rechace. No, eso es una nimiedad sin importancia. Lo peor es que, después de rechazarte, empiece a salir con tu mejor amiga la semana siguiente.
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📖 'bout...
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¿Cuántos vasos llevaba? ¿Cuatro? ¿Cinco?... ¿Diez? Perdí la cuenta al segundo y lo único que tenía seguro es que no estaba cuerda. No tanto, al menos. Suponía que, si intentaba pararme en un pie, podría. Incluso daría palmadas sobre mi cabeza mientras sobaba mi estómago. Pero repito, suponía, no lo comprobé.
Hace varios minutos que él había llegado a sentarse junto a mí. No dijo algo, solo estuvo ahí, bebiendo lo que sea que tuviera en su vaso y viendo al centro de la sala. La borrachera me daba paz, así que no me importaba que estuviera a mi lado. Nuestras piernas estaban tocándose, así de cerca se sentó.
―No me recompensaste por el cuaderno, niña.
―Bueno, yo no fui quien te lo pidió en primer lugar.
―Pero era para ti.
―¿Y qué? Deja de joderme la existencia. No te quiero cerca. ―Me levanté con el vaso lleno de algún licor dulce con la intención de ir a buscar a Hobi o TaeTae.
―¿A dónde vas? No he terminado de hablar contigo. ―Tomó mi muñeca y se levantó.
―Ah, pero yo sí. Bye. ―Agité mi mano libre en despedida.
Bufó rodando los ojos y empezó a tirar de mí hasta el segundo piso. Tuve que hacer malabares para que no se regara nada del líquido azul de mi vaso. Él abrió una puerta tras otra hasta que encontró una habitación vacía. Fue incómodo que se escuchara la cama de al lado chocar con la pared. ¡Qué salvajes!
―Niña, págame.
―JeongGuk, ¿por qué me molestas tanto?
―¿Qué?
―Ya me rechazaste y tienes novia, ¿por qué sigues molestándome? ¿Eso te hace sentir bien? ¿Jugar conmigo te hace sentir bien?
―Las cosas no son así.
―¿Entonces cómo son? Porque te prometo que no entiendo y no es porque me esté poniendo borracha. ―Acabé de tomar el líquido azul y lancé el vaso a algún lado. «Pido perdón a quien duerma aquí».
―Lo entenderás pronto. ―Empezó a acercarse a mí con lentitud, como un león acorralando a su presa. En reacción, di pasos hacia atrás―. ¿Qué tal si me pagas ahora?
Tragué con fuerza y casi se me sale el corazón cuando mis piernas chocaron contra la cama y me senté en ella. Él me enseñó una sonrisa ladina y empezó a subirse sobre mí. Lo único en lo que podía pensar era en Sun. Daba igual si me gustaba y había querido tenerle así de cerca, él tenía novia y esa era mi mejor amiga. No iba a darle una puñalada por la espalda solo porque también quería a JeongGuk.
―Quítate.
―Un beso, niña. Nadie tiene que enterarse si no quieres.
―JeongGuk, es suficiente. ―Sentí un nudo en la garganta y mi vista se nubló. Dolía ver como actuaba mientras sabía que no le gustaba―. No importa si me gustas, no haré lo que quieres.
―Tú también quieres. ―Bajó solo para besar mi cuello―. Tu carta lo decía.
―La escribí cuando no tenías novia, la cual es mi mejor amiga.
―Pero están peleadas, ¿no?
―No te incumbe.
―Como quieras. ―Empezó a succionar mi piel haciendo que casi jadeara. Joder, mi cuello era un lugar muy sensible―. Seamos tú y yo hoy.
―No. ―Mi voz se quebró―. Ya escogiste a Sun y, por mucho que me gustes, no pienso ser tu segunda opción. ―Quité las pocas lágrimas que solté.
―Lo de Sunny no es nada serio. ―Se acomodó para poder verme a la cara. Frunció el ceño y tensó su mandíbula―. ¿Por qué lloras?
Dejé salir una risita irónica. ―¿Por qué? Por ti. ―Pasó la lengua por sus labios―. Ya deja de jugar con mi corazón, por favor.
―No estoy jugando con tu corazón.
―¿Cómo puedes decir que no? Me estás lastimando, JeongGuk. ―Ya no fui capaz de contener mis lágrimas. Estar ebria me hacía más sentimental y vulnerable―. ¿Por qué no pudiste verme a mí y no a SunHee? Sé que ella es mejor que yo, es más linda y más lista, pero ¿yo no te parecí suficiente? De verdad me gustas, pero a ti te gusta lastimarme y jugar conmigo.
―Ella no es mejor que tú. ―Tensó su mandíbula―. Ustedes son diferentes.
―Quítate, me quiero ir.
―No quiero que te vayas.
―No me importa lo que quieras, porque no eres nada para mí.
―¿No que te gusto?
―Sí, pero eso no te da derecho a hacer este tipo de cosas. Quítate.
―¿Cómo es que tienes tanta fuerza de voluntad? No logro entenderte, niña.
―Es justo; yo tampoco te entiendo, JeongGuk.
Frunció el ceño y pegó su lengua al interior de su mejilla. Juraría que quería matarme. Tal vez el juguete que quería no se dejó usar y eso le molestaba. No sabía, él actuaba extraño conmigo.
Sus ojos estaban sobre los míos, intimidándome y, a la vez, haciendo que mi corazón aumentara su ritmo cardíaco. Terminó por bufar y se levantó para irse. Me quedé sola y con la mente en blanco.
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