Hermanos

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Amanda la madre de Mangel era una mujer muy elegante para vestir, adoraba los vestidos largos y sencillos, tenía un cuerpo esbelto y largo, su cabello era ondulado de color café oscuro, realmente bella, pero solo en apariencia. Su mirada no era amable excepto cuando miraba a su hijo mayor, Fabio. Pero éste no estaba en casa, y últimamente no lo conseguía fácilmente, acababa de pasar el fin de semana y por lo regular se perdía con sus amigos y cuando pasaba la noche lejos de casa como en esa ocasión, llegaba oliendo a un omega diferente cada vez.

Lo cual la molestaba de sobremanera, ella quería que sentara cabeza con un omega pues ya tenía 20 años, estaba en edad casadera y le encantaría que su hijo preferido le diera un nieto. Pero su respuesta era una bofetada de guante blanco para ella: "No tiene caso madre, no seré alfa líder de las empresas Rogel a pesar de ser el primogénito del patrón"

Le retorcía las entrañas recordar que Pablo tenía destinado a Mangel, no entendía porque no colocar en el puesto a su hijo mayor que resulto ser alfa y además tenía todo el porte necesario. Pero ¿Qué podía hacer ella? si antes ya intentó persuadirle y nada dio resultado, ahora su hijo mayor se estaba yendo por mal camino decepcionado de su padre y ella odiaba cada vez más a Pablo.

Todas esas situaciones tenían en conflicto su matrimonio, pasaba ya de los 40 años y para colmo el haberse quedado estéril a los 26, le estaba trayendo problemas hormonales, por ejemplo, se supone que debería estar en celo y no tenía ningún síntoma y no era la primera vez que se pasaba un periodo en blanco. Aunque celebraba el no tener que estar encerrada tres días con su marido, el altibajo hormonal le ponía de muy mal humor y cualquier cosa que no le saliera bien la ponía muy irritante.

Sobre todo si le daba vueltas al asunto de sus hijos y a la maldita preferencia de Pablo por Mangel. Absorta en sus pensamientos tormentosos se pinchó el dedo con la aguja de su bordado y manchó el lienzo con su sangre. Bordaba con hilos de seda un paisaje donde había tres lobos en el centro, aquel accidente le hiso estremecer. Por lo regular bordaba lobos y jardines con flores, era buena en el oficio pues como omega casada con un alfa de alfas, le era imposible desarrollarse en algún empleo y encontró en el bordado de seda una manera de distraerse.

Sin embargo no era su intensión bordar tres lobos pensando en sus hijos, ella no se destacaba por ser una madre cariñosa, pero ver a los lobos con sangre le hiso pensar en un mal augurio y no le gustó para nada ese sentimiento que presionó su pecho. 

Se levantó dispuesta a lavar el lienzo y olvidarse de el asunto, ella no creía en supersticiones y odió que se cruzase por su mente la ridícula idea. Cuando abrió la puerta del salón para ir a la cocina Mildreth se encontró de frente con ella.

- Hola madre-

- Hola-

- ¿Estas bien?-

Dijo la hibrido de catorce al ver sangre en la mano de su madre, Mildreth era alta para su edad, pero su cuerpo aun era escuálido pues no tenía su celo todavía, pero por su actitud y levemente dulce aroma podían adivinar que sería una omega y aunque antes Amanda era más cariñosa con ella, el saber que Pablo se salió con la suya al tener una hija omega para Mangel le hacía mirarla con otros ojos. Claramente la niña no era culpable, pero la loba no podía evitarlo y menos en esos días donde sus hormonas le jugaban desagradables cambios de humor.

- Estoy bien, solo me pinche con la aguja-

La mujer caminó y fue seguida por su hija.

- Madre, tengo mucho tiempo sin ver a mi hermano Mangel ¿Esta bien?-

Para colmo tenía que mencionarle a la calamidad de su vida.

- Lo vi hace dos días, entro por mantas y se marchó, esta bien y deja de llamarlo hermano-

Imperio Dominio y PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora