Transición

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Encontraba algo de consuelo introduciendo sus dedos en su entrada, oh, por lo menos así era antes de ver cormo era la erección de un alfa, pero no fue de cualquier alfa; era la del lobo que lo secuestro y que también le salvó la vida curando sus heridas.

Sucedió en su primer intento de escape de aquella cueva, cuando descubrió que estaba en la guarida de un enorme lobo gris, intentó escabullirse, tratando de no despertar al enorme animal que dormía bajo su cama. Pero evidentemente fracasó, y terminaron en una pequeña pelea donde sus instintos y aromas los dominaron.

No era la primera vez que intentaba escapar de un alfa, pues en el tiempo que ha estado solo con sus hermanas ha corrido peligros constantemente, siendo un pequeño omega que luchaba por sobrevivir y sacar adelante a las dos cachorras. Pero sí era la primera vez que se sentía atraído y que predominaba el ansia de su omega y no el miedo. Tenía a ese hermoso lobo encima olfateándolo y lamiendo su pelaje con calidez. Ambos sentían lo mismo, porque sus respiraciones eran profundas y agitadas, pero la razón le gano al deseo y se transformó en hibrido para suplicarle que lo dejara ir, y fue entonces cuando el lobo se hiso hombre también y quedó pegado a sus muslos la evidencia de su excitación, duro, húmedo y caliente, así estaba presionando la sensible piel de sus piernas pálidas, se sonrojó furiosamente, en ese momento no quería ser tomado a la fuerza para después ser abandonado ¿Qué haría si quedaba preñado? Más encima con dos niñas a cargo. 

Sus lágrimas como mares resbalaban por sus mejillas y eso fue lo que hiso al lobo alejarse, pero éste le dominó dejando una pierna encima y se sentó recargándose en la pared de la cueva. Tan grande, musculoso y sin ningún pudor mostraba su firmeza al zorro. No pensó en nada cuando pasó, sencillamente estaba tan impresionado con su tamaño, que le miraba con los ojos abiertos de par en par y solo comenzaron a llegar las ideas a su cabeza cuando el alfa llevo su mano a su erección y comenzó a practicarse un vaivén, el zorro tragó en seco y con cierto temor apretó su trasero, creyó imposible que aquello cupiera en su entrada.

Quien diría que ahora estaría allí ardiendo y suplicando a todos los dioses, para que de alguna mágica manera apareciera ese hermoso lobo, abriera la puerta de aquel sótano del instituto y lo tomara entre sus brazos, quitándole de una vez por todas las dudas que tenía acerca de lo que podría sentir teniéndolo adentro.

No estaba seguro de cuanto tiempo había pasado, pero sabía que no iba ni a la mitad de su celo, y que además, éste era el peor de todos los periodos que había pasado jamás. Pues antes sufría dolores, retortijones, temblores y fiebre, pero sus métodos lograban calmar un poco sus ansias, aunque no el dolor. Ahora que su omega y él estaban de acuerdo en que Mangel era su alfa, no sentía saciedad por más que se masturbara o se introdujera dos dedos en su entrada.

Sabía que necesitaba más, pero cuando intento meter un tercer dedo, en su estupor se lastimó con sus garras y ahora estaba sangrando un poco, además su miembro ardía de tantos roces con su mano, tenía el malestar de su periodo y encima un malestar por sus acciones, que le hacían sentir mucha vergüenza, nunca le había pasado esto.

Por eso lloraba más que otras veces, porque lo necesitaba y porque cuando pasaba el pico alto de su celo, le atacaban los temores ¿Y si no volvía a verlo? Él mismo le gritó cruelmente que no lo quería cerca por ser un Rogel.

- ¿Cómo pude ser tan estúpido? (lloriqueaba) si solo había sido bueno conmigo... me trajo por mis hermanas... y lo atacaron... Mangeeeeel¡¡ te necesito¡¡ regresa¡¡ llévame contigo¡¡-

Así eran sus horas encerrado en esa habitación.

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Mangel bajó del auto, el chofer lo dejó justo en la entrada principal de la mansión, tenía planeado recostarse en su cama, no quería volver a la cueva y olfatear a Lolito en cada rincón, a penas se le estaba pasando un poco el malestar, pero si pensaba en ello podía sentirlo tan fuerte de nuevo, que deseaba ser irracional e ir por el zorro a la fuerza. Pero lo que pasó con el omega en el burdel lo detenía a dejarse llevar de nuevo.

Imperio Dominio y PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora