𝓟𝓻𝓸𝓵𝓸𝓰𝓸

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—Maldita sea, maldita sea...

Levantó cada una de las prendas que había usado la noche anterior y que ahora se encontraban sobre el piso regadas por doquier; miró su reflejo buscando que no hubiese ninguna marca notoria sobre su nívea piel, gruñó bajo al notar una pequeña mancha violácea.

—Mierda, Christopher.

Se colocó la blanca camisa sobre su piel y acomodo el cuello de está buscando que cubra ese punto en su cuello.

—¿Por qué no te quedas a desayunar?

El alfa lo apego a su cuerpo de forma demandante, JeongIn gruñó alejándose de él.

—¿Siempre será lo mismo contigo? —La molestia se notaba en su voz, JeongIn sonrío ladino.

—Christopher, estaba ebrio y quería coger —suspiró algo cansado—. Te llamé, respondiste y boom, pasó.

El rubio chasqueó su lengua en señal de molestia, clavó su fría mirada sobre el muchacho en busca de poder someterlo pero el omega tan solo arqueó una de sus cejas y negó divertido.

—Oh, ese truco viejo, por favor...—le dejó una suave palmada en su pecho—. Fui criado por un maldito desalmado que no podía entender que de dos hijos alfas, el tercero terminara siendo un omega. Tus voces de mando, tus gestos y tus ganas de someterme no me hacen nada porque aprendí a no ceder bajo ello.

Caminó fuera de la habitación con los pantalones aún en su mano y soltó una pequeña risa cuando escuchó al mayor maldecirlo. Llegó hasta la sala del gran apartamento buscando las llaves de su auto, sus ojos brillaron cuando en su lugar encontró las del Audi R8 V10 Spyder, en esos momentos agradecía que el alfa se pudriera en plata.

—Te lo devolveré, quizá.

Salió de ahí, dio unos cuantos pasos lejos del apartamento y empezó a colocar el pantalón pues no querría darle una mala imagen a quién quiera se cruzase en su camino por esos momentos.

—¡Me van a despedir!

Su mirada cayó sobre el castaño, un omega como él, lucía preocupado y liberaba feromonas que empezaban a molestarlo.

—¿Quieres calmarte?

El más bajo clavó la mirada en el chico de cabellos rojizos, arrugó su ceño, ese rostro lo conocía de algún sitio.

—¿No tienes modales?

—¿No te han dicho que debes controlar tu aroma? Puedes molestar a los demás, como lo estás haciendo conmigo.

El pecoso arrugó el ceño para luego chasquear su lengua, soltó un fuerte suspiro y despeino sus cabellos.

—¿De casualidad no conoces a alguien que sea un modelo y no tenga ningún contrato con alguna firma?

JeongIn arqueó una de sus cejas y rio, tenía a Christopher a unos pasos de distancia pero cuando iba a responder el menor lo interrumpió agarrándolo de la mano, sus miradas chocaron y pudo divisar un brillo en los ojos del contrario.

—¡Eres el omega rebelde que nadie quiere! —chilló con demasiada alegría.

—Fingiré que no dijiste eso por tu bien —sonrío y pudo sentir al menor temblar—. Me llamó Yang JeongIn, para tu información.

—Yo soy Lee Félix.

—No te pregunté.

Soltó su mano del agarre que el más bajo había hecho y lo vio reprimir un intento de volver a tomarlo.

—He visto tus trabajos en Instagram, sé que tus fotos las toma Mong, un fotógrafo de perfil bajo y que ninguna empresa ha firmado contigo por no querer seguir las ordenes que te imponen por ser un omega. —JeongIn arqueó una de sus cejas esperando que diga algo más—. Necesito tu ayuda y no puedes decir que no.

—Sí puedo, no.

Aplastó el botón para el elevador y empezó a pedir mentalmente que este llegara para salir de ahí ya.

—Vamos, te pagaré, por favor. —El omega pelirrojo sonrío ladino y mirando por encima de su hombro le dio un pequeño gesto para que continúe—. Prometí que vendría un modelo y canceló a lo último, dijo que nunca le llegó mi correo pero juro que lo mande, si no llega me despiden y no puedo perder mi trabajo, tengo un cachorro que cuidar, soy padre soltero.

La desesperación del castaño lo estaba impacientando, suspiro y asintió, el chico se lanzó a los brazos del más alto.

—Ey, ey...

—¡Lo siento!

Solo bastó eso para tener al menor en la silla donde se encontraban colocándole maquillaje para las fotos, nadie había preguntado sobre su empresa, ni su nombre, ni nada para ser sinceros, igual, si decían algo aquel chico llamado Félix dijo que se haría cargo. Observó su reflejo y pudo ver que aquella mancha en su cuello ya no se encontraba, sonrío.

Sus ojos repasaron toda la habitación, era malditamente elegante y el set que habían armado ahí eran apenas dos butacas pequeñas pero reflejaban elegancia al igual que el lugar. La puerta se abrió de par en par y pudo escuchar los murmullos de algunas personas, volteó y pudo sentir a su lobo gemir cuando el fuerte aroma del rubio de cabellos largos invadió su ser.

—Hwang Hyunjin...—sonrío mientras se acercaba ágilmente al menor, como si él fuera un cazador rodeando a su presa. JeongIn arrugó su ceño cuando recupero el sentido—. ¿Tú eres?

—Nadie que sea de tu interés, príncipe.

Hyunjin arrugó su ceño mientras un mohín se formaba en sus labios.

—¿Qué clase de omega eres?

—Uno que si no le dejas de hablar te dará solo dolores de cabeza.

Ambos dieron un paso al frente dejando a sus lobos enloquecer con el aroma del contrario.

Alfa puro, el lobo del menor habló.

Omega rebelde, proclamo el del mayor.

El flash de la cámara los bañó haciéndolos gruñir por la repentina luz.

—¡Perfecto!

Ambos chicos se miraron con cierta diversión en los ojos pero con distintos planes en mente. Planes que tarde o temprano les harían caer en pecado, odio, amor y terminarían pidiendo la redención de sus errores bajo la luna.

𝓡𝓮𝓭𝓮𝓶𝓹𝓽𝓲𝓸𝓷 - 𝓗𝔂𝓾𝓷𝓘𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora