La famosa jugadora de fútbol femenino, Lalisa Manobal "Lis". recordaba cuando vivía en el pequeño pueblo y recatado pueblo de California y pensaba en cómo se vería afectado su presente con su próximo regreso.
10 años habían desde que se fue huyendo...
La belleza exótica de Rosé siempre atrajo a Lisa, no solo era su físico de piel pálida, o su atrayente mirada oscura, tampoco esa melena rubia que un 98 % del tiempo iba desordenada como si un tornado se hubiera formado en ella, ésta última solo era aplacada si la portadora decidía usar un moño. Aunque una vez Lisa la convenció de alisárselo para que la acompañara a un evento.
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Fue todo un logro digno de presumir.
El verdadero gancho de Rosé radicaba en su forma de ser. Su interior era reflejado externamente por su estilo entre lo bohemio y rockero, ella era toda una rareza de persona, en el buen sentido. Solía ser muy calmada, pero firme, su palabra era imponente aunque lo dijera en un suave tono de voz.
Cuando eran novias, las discusiones siempre eran charlar en el sofá planteando sus molestias mientras bebían una copa de vino blanco. Ninguna nunca se alteraba con la otra, y si alguien alguna vez lo hizo, fue Lisa y ni siquiera podía recordar una vez que eso sucediera. Rosé era pacífica, pero no tonta. Cuando se separaron, fue porque Rosé así lo decidió ya que quería casarse a su estilo, o sea; en la playa o en una escapada a Las Vegas. No era que precisamente quería casarse con Lisa, aunque, claramente, ella fue su primera opción. Fue simplemente que quería dar un paso más en su vida y su idea para darlo fue pensar en el matrimonio, no obstante, siempre supo que a Lisa no le agradaba la idea de casarse porque tenía un lema: "Si estoy con alguien es porque la quiero, no porque un papel así lo dicte". Por ello prefirió cortar con su relación amorosa, quedando en buenos términos y continuar con la amistad que siempre tuvieron dentro y fuera de su relación.
Ahora había ido a visitar a su mejor amiga y ex novia, Lisa Manobal, la chica con la que salió durante casi dos años, lo que había sido un record para Lisa ya que siempre terminaba aburriéndose de sus relaciones a los pocos meses, aunque jamás dejó de intentar conseguir a su chica ideal que, por poco, fue Rosé. Siempre hablaban por teléfono y discutían sobre su próxima boda, sobre cómo iban los preparativos y si ya había comprado su vestido.
Estaban en la terraza de Lisa y platicaban sobre los temas que tocaron por encima a través de las llamadas telefónicas. Rosé quiso escaparse un ratito de los preparativos de la boda y no encontró mejor lugar que ese pueblo de California para ir a pasar un corto día de chicas con Lisa.
"Me imaginaba este sitio más tétrico". le comentó a Lisa antes de beber un sorbo del frío vino. "En mi mente todos serían religiosos que no podrían ver a una chica con shorts porque ya la llamarían pecadora". Lisa rió observándola desde el pequeño sofá blanco de dos plazas. "Hacías creer que los lugareños eran hostiles. Muy mal, Lisi".
Lisa se pasó la mano entre su cabello, pensando que era cierto lo que decía la mujer frente a ella en el otro sofá individual.
"En mi defensa; el pueblo ha cambiado mucho. No son tan anticuados como antes, gracias al cielo". Era tan cierto eso. El lugar ya no era el mismo de antes aunque conservara algunas viejas estructuras.