Capitulo 11

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Lisa miró extrañada a Wonho.

"¿A qué te refieres?" Él encogió un hombro, sus manos agarrándose detrás de la espalda en una tranquila postura.

"Dímelo tú, ¿qué se traen tú y Jennie?"

Lisa no podía mentirle a Wonho, su mejor mejor amigo. Suficiente había tenido con ocultarle su verdad, pero es que nunca había surgido la conversación... o tal vez sí y no sé sentía preparada.

"¿Cómo lo supiste?" Lisa cambió la orientación del interrogatorio y ahora él era el juzgado.

"Las vi hoy en la sala sin querer". Admitió sin darle muchas vueltas al asunto. "¿Te gusta Jennie? ¿Cómo algo más que... amigas?"

"No es el momento para hablar de eso, Wonho, será mejor luego". Murmuró Lisa vigilando el alrededor y cruzando sus brazos.

No le importaría admitir su sexualidad en la gran ciudad o en un lugar de mente un poco más liberal que Taxco, era algo común en esos sitios y ya no era tan reprochado. Pero en su pueblo era distinto. Sabía que tendría todas las miradas sobre ella y la juzgarían ante cualquier paso que diera, bueno o malo, no importaría. Aunque dudaba mucho que Wonho fuera como todos en su pueblo, todavía no estaba lista.

"Lis..."

"Estamos en la playa, Wonho. Dije que luego". Su mordaz mirada y voz dejó en claro su decisión.

Wonho, a regañadientes, dejó también el tema el tema hasta ahí, sabiendo que Lisa no le diría nada en ese momento. La chica solía ser firme con la mayoría de sus decisiones, y era obvio que esa era una de ellas, así que no la presionó más.

***

La noche cayó acompañada de un hermoso atardecer que los chichos supieron apreciar. El cielo era hermoso, tenía un cóctel de colores y suaves nubes dispersas lo adornaban. Naranja, rojo, azul, era un espectacular cuadro que Jennie moría por plasmar en su lienzo.

Amaba el cielo, el infinito que había y las estrellas relucientes que siempre iluminaban, se podía perder durante horas viéndolas, admirándolas... como a Lisa, que en ese momento también la veía firmemente, con su mirada cargada de algo que hacía sentir a Jennie mariposas revolotear en su estómago.

Al díablo con el atardecer, quería era el hermoso rostro de Lisa en otra de sus pinturas. Pero más allá de eso, quería sentir sus labios moviéndose contra los suyos.

Estaba loca por besarla.

Y tenía el grato presentimiento de que Lisa se encontraba igual que ella. Ese tiempo en la playa le había servido para esclarecer su sentimientos hacía la pelinegra. Ahora podía decir firmemente que amaba la playa, era un lugar mágico y divino que podía quitarle los males a cualquiera.

Jennie esperó a que las horas pasaran con rapidez y los chicos se aburrieran para poder irse a dormir... a su habitación... la que compartía con Lisa. Pero por el momento eso no estaba en los tempranos planes. Todos estaban con sus baterías cargadas hasta el tope, preparados para divertirse todo lo que pudieran.

"Hagamos una fogata". Propuso Jin.

"¡hacemos malvaviscos!" Acotó Irene, emocionada.

A Lisa le agradó la idea de una fogata en la playa, pero estaba ansiosa por irse a la casa y poder pasar un tiempo a solas con Jennie. Igual no fue contra la corriente y aceptó la proposición de Jin con un leve asentimiento. El resto aceptó también, a todos les simpatizaba pasar un rato más entre amigos, alrededor de una danza de fuego y más si comerían los malvaviscos que Irene encontró en la alacena.

MIRADAS - JENLISA ADAPTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora