Capítulo Tres

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Su hermana era una guerrera, ella no. Su hermana era fuerte, ella no. Su hermana lo era todo para Natsuki, era su razón para seguir adelante, su razón para seguir viviendo, y ahora... ya todo eso se había ido.

No se había movido en horas, sus piernas ya estaban adormecidas y su cuello dolía como el infierno, pero su cuerpo simplemente no se movía. No le respondía. 

El cuerpo de su hermana yacía a su lado, helado, sin respirar, y con los ojos cerrados. Y antes de que se diera cuenta, ya se había lanzado a su regazo y soltaba todas sus lágrimas acumuladas por años.

─¡Perdóname, por favor! ¡Perdón! Yo no... no pude salvarte... perdón ─lloró, sintiendo arder su pecho y como empezaba a tener dificultades para respirar─. Lo siento tanto...

Aún recuerda sus últimas palabras de la noche anterior:

─Debería-as salir de... ah... desde aho-ora ─Natsuki rió débilmente, siendo con su hermana con la única que mostraba esas facetas.

─¿Salir? No, no tengo nada ni nadie haya afuera, en cambio... ─pinchó su rodilla, con diversión y a Niake le creció una sonrisa con facilidad─. ...aquí, te tengo a ti.

─P-Pero ya no so-onríes ─Natsuki frunció el ceño y negó mientras le acariciaba la cabeza.

─Eso no importa, tú sí.

─Y-Yo... ah... quier-ro que seas fe-eliz ─los parpadós de le menor se alzaron un poco más de costumbre, y Natsuki se sorprendió. La felicitó mientras acariciaba su cabeza.

─Yo soy feliz contigo, tranquila. 

La menor ya no dijo nada, no porque no quisiera, porque ya no podía. Quisiera haberle dicho a su hermana: Estoy a punto de irme, y sé que luego ya no serás la misma, pero sé feliz a pesar de eso. Sé feliz, vive, sonríe, ama, y sobretodo, disfruta de la vida como yo no pude hacerlo.

Nunca lo dijo, y mientras Natsuki abrazaba el cuerpo helado de su hermana, recordó a Baji. Su amigo de infancia, con quien había compartido risas, burlas y golpes, en conjunto con un rubio más.

Dio un último suspiró, y se irguió para rezar. 

Cuando volvió a abrir los ojos, Natsuki ya no era la misma. Una parte de ella se había ido, y no había forma de remediarlo. Salió de la cama y se puso sus botas negras antes de cerrar el cuarto trás su espalda.

Se apresuró a salir de ese sofocante lugar, dejando una nota al pie de la puerta de su vecina y caminó para adentrarse en la ciudad. Quizá el centro, no lo sabía, y poco le importaba la verdad, solo quería salir.

─Oh, disculpame ─soltó, luego de haber chocado contra el hombro de un chico. 

─Descuide.

Natsuki asintió y siguió caminando con las manos en sus bolsillos.





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𝔹𝕣𝕦𝕥𝕒𝕝 𝕃𝕠𝕧𝕖 | 𝐓𝐚𝐤𝐚𝐬𝐡𝐢 𝐌𝐢𝐭𝐬𝐮𝐲𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora