Kagome terminó su misión en la era feudal, decidiendo quedarse ahí junto con sus amigos.
Pero cada vez se sentía más sola ya que los veía formar una familia. Un día ella fue al pozo devorador de huesos siendo absorbida por este mismo, llevándola a...
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Pov. Narradora
- Así que eres solamente tu...- comentó una voz grabe que se acercaba cada vez más a aquella esquina en donde se encontraba el pequeño cuerpo de un niño que lo miraba fijamente.- Sabes que tienes prohibido hacer ruido, y eso merece un castigo.- sonrió con maldad mientras dirigía una mano al pequeño que sólo cerró los ojos con fuerza, esperando lo peor.
Más nunca llegó, desconcertado levantó la mirada para observar como una cúpula lo rodeaba así protegiendolo de aquel hombre.
-¿Qué mierda es esto?- pregunto al aire el hombre mientras fruncia el ceño para después mirarlo.- ¿Lo hiciste tu? ¡Quita esta cosa!- gritó con molestia mientras golpeaba con sus puños la cúpula, siendo totalmente inútil pues está no tenía daño alguno.
Kagome se encontraba detrás de unos muebles mientras preparaba una flecha hecha de su poder espiritual, no quería matarlo por lo que decidió no usar sus flechas normales. Al no ser un demonio sólo quedaría inconciente por unas horas por lo que no se preocupó para nada y más viendo toda la maldad que lo rodeaba y la oscuridad de sus ojos que la hizo temblar levemente.
Respirando profundamente, tenso la cuerda mientras aguantaba la respiración y enfocaba mejor su vista para no fallar por la oscuridad del lugar. Lista soltó la flecha mientras que al mismo tiempo soltaba el aire contenido en sus pulmones mientras veía como aquel hombre caía al suelo inconciente mientras la flecha se había incrustado a un costado de su abdomen desaparecía sin dejar ninguna herida en el.
Con calma se levantó del suelo para sacudirse del polvo para comenzar a acercarse a donde el pequeño la miraba entre sorprendido y asustado.
Al estar ya frente a el le dedicó una sonrisa para tranquilizarlo, viendo de reojo el cuerpo del hombre desconocido se puso de cuclillas para obcervarle mejor.
Parecía tener la misma edad que Yoshiro o un poco más grande.
-¿Estas...- sin previo aviso el pequeño se le lanzó encima mientras se escondía en su pecho soltando una que otra lágrima, aferrado a su blusa blanca mientras Kagome lo veía con tristeza y le regresaba el abraza con cariño.- Tranquilo... todo va a estar bien ahora.- no tenía conocimiento de lo que aquel hombre le había hecho al pequeño pero las cicatrices que podía ver en sus brazos y piernas le daban una idea que la hacía enojar.
Lo tomó en brazos mientras miraba el cuerpo inconciente de aquel hombre, no sabía que hacer ahora con el, tomando una decisión rápida dejó al pequeño en el suelo mientras tomaba una cuerda que se encontraba en el suelo para después amarrar las manos de aquel hombre junto con un mueble para que no pudiera liberarse tan fácilmente.
Al terminar inspeccionó toda la casa viendo saque sólo ellos dos eran los que vivían en ese lugar, tomando al pequeño de nuevo en brazos salió sin hacer ruido de la casa mientras el niño se encargaba contra su pecho mirando de reojo el paisaje nocturno frente a el.
