continuación prologo

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Pero notaba un nudo en la garganta, la lengua le pesaba y se le empezaron a cerrar los ojos.

—Y no q-q-q...

—Vete a casa —dijo el duque, en voz baja—. Aquí no hay sitio para ti.

Simon sintió el rechazo de su padre hasta la médula, sintió una punzada de dolor que le invadía el corazón. Y, mientras el odio nacía en su interior y se reflejaba en sus ojos, hizo una reverencia.

Si no podía ser el hijo que su padre quería, juraba por Dios que sería todo lo contrario...


El Duque y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora