CAPÍTULO 15

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Londres ha estado de lo más tranquilo esta semana, ahora que nuestro duque favorito y la duquesa favorita del duque se han ido a la costa. Esta autora les puede explicar que vieron al señor Nigel Berbrooke invitando a bailar a la señorita Penelope Featherington o que la señorita Featherington, a pesar de la alegre mirada de su madre casi forzándola a aceptar y su aceptación posterior, no parecía excesivamente alegre.

Pero ¿quién quiere oír hablar del señor Berbrooke o la señorita Penelope? No nos engañemos. Todos estamos ansiosos por saber algo del duque y la duquesa.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,

28 de mayo de 1813

E

ra como volver a estar en el jardín de lady Trowbridge, pensó Daphne, aunque esta vez no habría interrupciones, ni hermanos mayores, ni temor de ser descubiertos;


sólo un marido y una mujer y una promesa de pasión desbordada.

Los labios de Simon encontraron los suyos, suaves pero penetrantes. Con cada caricia, cada movimiento de lengua, Daphne sentía escalofríos por todo el cuerpo y pequeños espasmos de deseo que cada vez eran más frecuentes.

— ¿Te he dicho alguna vez —le susurró Simon—, lo enamorado que estoy de la comisura de tus labios?

—N-no —dijo Daphne temblorosa, sorprendida de que Simon se hubiera fijado en eso alguna vez.

—La adoro —murmuró él y, a continuación, empezó a demostrárselo.

Le mordisqueó el labio inferior hasta que, con la lengua, le recorrió la línea de la comisura.

Le hacía cosquillas y Daphne abrió la boca y se rió.

— ¡Para! —dijo, riéndose.

—Jamás —dijo él. Se retiró y le tomó la cara entre las manos—. Tienes la sonrisa más bonita que he visto en mi vida.

La reacción inicial de Daphne fue decir: «No seas tonto», pero luego se lo pensó mejor, ¿por qué arruinar un momento así?, y dijo:

— ¿De verdad?

—Sí. —Simon depositó un beso en la nariz de su mujer—. Cuando sonríes, te ocupa la mitad de la cara.

— ¡Simon! —exclamó ella—. Eso suena horrible.

El Duque y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora