CAPÍTULO 7

5 0 0
                                    



Los hombres son como las ovejas. Donde va uno, los demás lo siguen.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,

30 de abril de 1813

daphne pensó que, después de todo, Anthony se lo había tomado bastante bien. Desde que Simon terminó de explicarle su plan (con, tenía que admitirlo, frecuentes intervenciones por su parte), Anthony sólo había levantado la voz


siete veces.

Eran unas siete menos de las que Daphne había esperado.

Al final, después de rogarle a su hermano que estuviera callado hasta que Simon y ella hubieran terminado, Anthony asintió, cruzó los brazos y cerró la boca durante el resto de la explicación. Su ceño fruncido bastaría para hacer temblar a las paredes pero, cumpliendo su palabra, no dijo nada.


Hasta que Simon terminó con un:


—Y eso es todo.


Silencio. Silencio sepulcral. Durante unos diez segundos, nadie pronunció una palabra, aunque Daphne hubiera jurado que había oído el crujir de las órbitas oculares mientras movía los ojos de Anthony a Simon.


Y entonces, Anthony dijo:


— ¿Estáis locos?


—Ya me esperaba que reaccionaría así —dijo Daphne.


— ¿Es que habéis perdido el juicio? —La voz de Anthony se convirtió en un rugido—. No sé quién de los dos es más idiota.


— ¡Quieres bajar la voz! —dijo Daphne, casi susurrando—. Mamá va a oírte.


—Mamá va a morirse de un ataque al corazón si se entera de esto —dijo Anthony, sacando fuego por la boca, aunque hablando en voz baja.


—Pero no va a enterarse, ¿verdad? —dijo Daphne.


—No, claro que no —respondió Anthony, levantando la mandíbula—. Porque esta farsa termina aquí y ahora.


Daphne se cruzó de brazos.


—No puedes hacer nada para detenerme. Anthony miró a Simon.


—Puedo matarlo.


—No seas ridículo.


—Hay quien se ha batido en duelo por mucho menos.


— ¡Sí, pero eran idiotas!


—No voy a discutir el calificativo en lo que a él respecta.


—Si puedo decir algo —dijo Simon, tranquilamente.


El Duque y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora