EXTRAÑOS

4

Plan Apollo Davis

Me observó de la cabeza a los pies, con el ceño hundido.

—Yo...— murmuré. Venía preparada, pero en ese momento mi cabeza no procesaba nada bien y no salían las palabras de mi boca. Él puso su vista sobre mi mano y su reacción no me agradó para nada.

—¿Qué tienes ahí?— preguntó subiendo el tono y me arrebató literalmente el sobre. No articulé palabra alguna mientras lo observaba—¿Qué carajos haces con eso?

—E-el cartero...—murmuré. Joder, no sabía la razon ni la sircunstancia por la que me ponía tan nerviosa. Yo era una persona segura y decidida, y él me intimidaba, entre todas las personas a mi alrededor —me la entregó...para que te la diera.

—Oh, ¿en serio?— arqueó ambas cejas —Tú ni siquiera eres de por aquí. ¿Qué haces con eso?— ahora hablaba en susurros y muy rápido. Me tiró del brazo, mirando de un lado a otro y me hizo entrar, cerrando la puerta tras de sí —Ahora me dirás quién te envió —acercó su cara a la mía y yo puse los ojos como platos.

Mi cerebro estaba trabajando a mil, no tenía idea de por qué actuaba así.

—N-no sé de qué hablas.

—¡No te hagas!— gritó agarrándome de los hombros.

—¡Lo juro! Vivo al lado, somos vecinos, el cartero trajo ese sobre para ti pero le dije que no estabas en casa y me lo dejó para que te lo entregara, ¿vale?

—¿De qué diablos hablas? ¿Desde cuando somos veci...? ¿Le dijiste que no estaba?

—Yo...— no pude completar la frase.

—¿Por qué? No estoy entendiendo nada.

—La que no entiende soy yo. Actúas extraño y me interrogas como si dentro del sobre hubiera una bomba. Pues te informo que no estás en lo cierto, sólo hay un montón de dinero— cerré los ojos al terminar, me había dado cuenta de que había hablado demasiado.

—¿Lo abriste?

—Estaba abierto cuando me lo entregaron— mentí automáticamente —sólo vi lo que había dentro. Tú hubieras hecho lo mismo.

—No, no lo hubiera hecho.

—Como sea— desvié el tema, porque ya no me convenía —¿qué es todo ese dinero?

—Es dinero, lo acabas de decir— dijo irónicamente.

—Pero, ¿cómo? ¿Cómo lo tienes?

—Creo que no te importa, ¿no es así?

—L-lo siento— mi voz sonó débil y eso me molestó

—Creo que te estás metiendo demasiado en cosas que no son de tu incumbencia— enfatizó la palabra "demasiado", lo que hizo que me sintiera ridícula e intensa —Espera...— dejó la frase a medias, tratando de decidir la pregunta que iba a hacer primero, porque era evidente que tenía varias —¿Eres mi vecina?

—Sí— contesté al instante.

—Eres hija de los señores locos ¿no?

—No, yo no...bueno...ella es mi madre — murmuré.

—¿Cómo no te había visto? ¿Estabas fuera y volviste con tu mami?— me irritó el tono en el que habló, sumándole que me acababa de enterar de que él ni siquiera sabía de mi existencia.

—No, de hecho, siempre he vivido con ella.

—Entonces estás siempre en tu propia burbuja ¿no?