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¡A de Apollo!

¿A de asesino?


En ese entonces yo tenía 18 años. Me caracterizaba por ser malhumorada y antisocial. Era rubia con el cabello a la altura del cuello y con ojos verdes. Mis mejillas tenían un tono rojizo, pero no tan intenso. No llegaba a más de un metro setenta y dos de altura y era muy delgada, pero no parecía una tabla.

¿Qué me sucedió?

Ese mismo día. Cuando escapé con mi extraño vecino, cerca de las diez de la mañana, una mujer loca que llegó de la nada quiso matarme...¿Qué pasó después...?:

(...)

Todo dentro de mí se estremeció por completo. Sentí el estómago revuelto y unas horribles nauseas debido a la agitación y el temor.

—¿La...muerte?— murmuré y mi voz sonó algo afectada.

—¡No! Por favor— Apollo estaba en una fase que nunca había visto. Parecía helado del miedo, tembloroso, un poco encorvado, con las manos en alto y una que otra gota de sudor recorriéndole la frente. Vamos, que se cagaba.

Yo también me estaba haciendo popó encima. Además, tenía la cabeza hinchada de preguntas. ¿Por qué no podía llevarme a ese lugar? ¿Por qué estaba prohibido? Al parecer él escondía cosas más graves de las que me imaginaba.

Los tipos gigantes sacaron unos cuchillos que cada uno guardaba en su cinturón y yo no había notado hasta el momento ese detalle.

—Apollo— le di un pequeño codazo y él giró su cabeza para mirarme bruscamente —creo que...nos van a rebanar como unos cerdos —susurré y carraspeé la garganta.

—Gracias amiga, eso me ayudó mucho— dijo en un tono sarcástico —Dios, ¿por qué me hiciste ayudarla?— le habló al aire mientras miraba hacia el cielo, simulando hablar con Dios —¿No era más fácil que solo se muriera ella?

—¡Oye!— volví a propinarle otro codazo en las costillas y se encorvó ligeramente por el golpe.

Mientras discutíamos por lo bajo, Zoe nos miraba tranquilamente, sólo le faltaban las palomitas y la Coca Cola.

—¿Ya acabaron?— preguntó ella al ver que nos habíamos cayado —Apollo— continuó —tengo una propuesta que te podría interesar.

La expresión de Apollo se transformó de una aterrada a una completamente sorprendida.

—Tu dirás— respondió casi inmediatamente. A simple vista parecía un poco más tranquilo pero su voz tenía una pizca de temor.

Zoe se tomó su tiempo, para crear un suspenso en la atmósfera que nos rodeaba, y comenzó a ser un poco desesperante e incómodo. Entonces habló.

—No nos conviene perder otro miembro del club ahora, si te matamos sería una pérdida para nosotros y afectaría nuestros planes. Aún así será tu decisión. Tú eliges: —hizo una pequeña pausa— ¿quieres que la silenciemos sólo a ella o prefieres que mueran juntos?

Y bueno.

Yo no iba a tener ningún beneficio.

Estaba acabada. Iba a morir de todas formas.

Miré a Apollo, luego a Zoe. Alterné la vista entre ellos varias veces. Él se lo pensó muy poco, yo tenía claro que no valía la pena que eligiera morir junto a mí.

—De acuerdo. Sólo ella— respondió firme, como si no le importara que me fueran a asesinar. De todas formas, al parecer yo ya no tenía ninguna salida.

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