— Aléjate. — Gustabo se levantó y luego salio corriendo, bajando las escaleras tan rápido como sus pies le permitían, pero el recuerdo de él corriendo por esas mismas escaleras de la mano de Horacio el día en que su padre murió le causo una presión en el pecho y tuvo que detenerse.
Se quedó recargado en la pared, respirando profundamente como si alguien le arrebatará todo el aire a su al rededor.
Luego llegó August y quiso salir huyendo, pero está vez al dar medio paso estuvo apunto de caer al piso y August lo detuvo.— ¿No me odiabas? — dijo Gustabo con tono enfadado, empujandolo de nuevo y volviendo a la pared, acomodando una y otra vez su cabello.
— Acabas de casi matarte, ¿no quieres mejor hablar de eso?
— Cállate.
— Escucha hermano, yo solo hice eso en la correccional porque necesitaba que me vieran como alguién fuerte y además fue lo que me ordenaron pero yo no te odio.
— No me llames hermano, por tu culpa tengo una cicatriz más, idiota. — se repuso un poco y camino hasta la salida de el edificio.
— Me ordenaron cuidarte así que tienes que aguantarme. — camino tras de él y se despidió del nuevo vigilante con una sonrisa tan radiante que no parecía ser el mismo de la correccional.
Gustabo no lo tomo en cuenta y siguió caminando, cruzando las calles sin precaución y esperando llegar pronto.
A los pies de los escalones se detuvo un momento, no tan convencido de si debía entrar o no, no sabía la imagen que ahora tenían de él y tenía miedo, porque no quería volver a ver una mirada de terror como la que Horacio tenía aquella noche.Pero tomo valentía, subió los escalones y abrió la puerta con cuidado, ahí estaba ella con unas gafas ya que su vista había comenzando a detereorarse, ella no le había prestado atención ya que mucha gente llegaba y se iba de la biblioteca, pero de pronto su lectura fue interrumpida por unas delgadas manos que se pusieron de la nada sobre el libro que sostenía, tapando todo el texto.
Ella subió la vista y ahí estaba, él pequeño niño al que siempre quiso como si fuera su propio hijo, mirandola con cariño pero sin alegría en su rostro, sus ojos se veían apagados y las ojeras que tenía le causaron impresión, ella paso del otro lado del escritorio y lo abrazo, apretando todo el cuerpo delgado del rubio mientras él undia su cabeza en el pecho de la mujer que fue su figura materna por mucho tiempo.
Entonces llegó August, Gustabo soltó a Jeanist y solo vio a el chico de cabello blanco haciendo una seña de que lo vería desde lejos, mientras él se acercaba a los libros de los primeros estantes.
— ¿Es tu amigo? — sonrió volviendo detrás del escritorio.
— No. — se fue junto a ella y luego se sentó en el piso, recargado en aquel armario donde Jeanist guardaba cosas importantes.
Encontró ahí en el piso una pequeño moño rosado, lo tomo en su manos y luego se lo extendió a Jeanist.
— Seguro lo olvido antes de irse al
colegio. — ella sonrió y tomo el moño, poniendolo sobre su escritorio y mirando a Gustabo.Ella notó que su pequeño no estaba bien.
Jeanist lo conoció cuando Gustabo tenía 6 años, él había ido a la biblioteca de la mano de su madre quién era apenas un poco conocida pero le pidió que cuidará de él un rato.
Por dos años Jeanist cuido de Gustabo cada que la madre de el niño no podía hacerlo, lo cual era frecuente y cuando ella murió Gustabo fue ahí en busca de consuelo y un abrazo, Jeanist presenció como el niño de 8 años paso a comportarse como un adulto que cada mañana asistía al colegio durante unas horas pero salía más temprano que los demás para ir y cuidar de su padre que estaba postrado en una cama.
El único escape hacia la infancia que Gustabo tenía eran las pocas horas en el colegio y el pequeño rato que pasaba en la zona de niños en la biblioteca, ella se alegro demasiado cuando Gustabo fue a parar a la casa de Félix y Nora, creyó que ahora él podría tener una vida normal y la tuvo por varios años.
Las visitas de Gustabo a la biblioteca habían disminuido a una por semana y cada que iba le contaba sobre los viajes familiares que hacían, las salidas al parque o a el cine y lo mucho que amaba pasar tiempo con Horacio, ella pensaba que él de verdad estaba bien y su vida iría genial.
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𝑨𝒔𝒕𝒓𝒐𝒏𝒐𝒎𝒚
Fanfiction"𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒐𝒃𝒍𝒊𝒈𝒂𝒓 𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 𝒂 𝒂𝒍𝒊𝒏𝒆𝒂𝒓𝒔𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒚𝒂 𝒉𝒂𝒏 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒐"