Entró al edificio con el corazón acelerado mientras respiraba profundamente, se había cansado de correr.
Se puso justo en la puerta y al notar a aquella mujer que rondaba los 40 sonrió coquetamente para acercarse mientras trataba de no caer desmayado por su poca condición física.— Hola, Jeanist.— puso su brazo en el escritorio donde se encontraba la mujer.
— Hola, Gus. — sonrió tan bonito que sus hoyuelos le daban un toque especial, Jeanist era la bibliotecaria de la biblioteca central, aquella a la que Gustabo iba siempre que deseaba ver libros con muchos dibujos o escaparse de aquellos que querían golpearlo.
Jeanist era bajita, tenía casi 40 años pero parecía bastante joven y tenía una pequeña bebé de un año la cual amaba ver a Gustabo.
— ¿Hay libros nuevos en la sección de niños? — preguntó el rubio mientras le sonreía a la niñita que le miraba feliz.
— No en realidad, pero si hay una persona nueva. — ella sonrió de lado y tomo algunos libros, paso del otro lado y se dirigió hasta un estante cercano mientras Gustabo la seguía.
Ella acomodo los libros y al voltear a ver a Gus no pudo evitar partirse de la risa, el niño la miraba con una expresión realmente divertida como de sorpresa, asco y felicidad, era una combinación extraordinaria.
— Hombre ¿No te alegra tener a alguién con quién leer?
— Jeanist por Dios, todos sabemos que solo los adolescentes locos de las series hacen eso.
— Pues bueno te tocará crecer unos años e ir con ese niño, parecía muy amable cuando entro parecía algo ansioso así que le recomendé jugar con las marionetas de la zona de niños.
— ¿Me estás diciendo que hay un desconocido de la calle tocando mis amadas marionetas?
— Joder, solo anda y socializa que yo no podré ser tu amiga toda la vida. — ella empujó de la espalda a Gustabo y volvió a su lugar de trabajo, tomo en brazos a su hija e hizo que con la mano le dijera adiós a Gustabo.
El rubio no hizo más que suspirar y andar, aunque quisiera irse no podría. Había uno grupo de niños un par de años mayores a él que lo estaban buscando porque les había llamado payasos, no era el peor insulto existente pero para ellos resultó ser algo hiriente.
Camino por los corredores hasta llegar a los primeros estantes con libros de niños, él era bastante pequeño así que tuvo que ponerse de puntillas para alcanzar uno sobre planetas.
Le llamo la atención que al costado hubiera dibujos de planetas con ojos que brillaban y sonrisas tiernas, agarro el libro y camino hasta la zona de niños.
Esta zona comprendía de un tapete de goma en forma de rompecabezas con los números en cada pieza, había 3 sillones de espuma, una caja de disfraces y una de marionetas.
Era muy raro que los niños fueran ahí si no era por un show de marionetas, esa era la razón por la que Gustabo amaba estar ahí.Le encantaba la soledad y el silencio.
Cuando llegó hacia los sillones no vió a nadie, suspiró aliviado.
— Jeanist ya está chocheando tal vez debería ayudarle con Katie... — en un momento se encontraba en el piso luego de soltar un enorme grito, atrás de él apareció su mayor pesadilla.
Yahu, esta era la marioneta más aterradora en el mundo, al menos eso decía él. Estaba siendo manejada por un niño de una cresta muy bonita, tenía el cabello bastante crecido lo que hacía lucir a aquella cresta como un peinado normal.
Ese niño no dejaba de reír, en ese momento Gustabo se perdió, sentía como si estuviera en él espacio flotando por ahí, aquella risa le había dejado embobado.
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𝑨𝒔𝒕𝒓𝒐𝒏𝒐𝒎𝒚
أدب الهواة"𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒐𝒃𝒍𝒊𝒈𝒂𝒓 𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 𝒂 𝒂𝒍𝒊𝒏𝒆𝒂𝒓𝒔𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒚𝒂 𝒉𝒂𝒏 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒐"