18. Felices fiestas (1a parte)

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18. Felices fiestas



—Bueno —empezó Alice—, no sé yo, pero a mí esto me parece una amenaza.

Dejé el sobre abierto en la encimera y coloqué la hoja de arce a su lado.

Asentí lentamente. Tenía que darle la razón a Alice. Un sobre sin remitente ni dirección quería decir que venía de alguien que la había llevado personalmente. Y que dentro no hubiese ningún mensaje, solo una hoja que, de buenas a primeras, no debería dar información a nadie más que el que la recibe...

Mi mente empezó a trabajar. Tenía los ojos fijos en la hoja, pero en realidad estaba pensando, intentando encontrar una relación entre lo que sabíamos y la carta.

—¿Crees que tiene alguna relación con el polígono?

—Es lo que estaba pensando —respondió Alice—. Partimos de la hipótesis de que la hoja es una amenaza, a menos que sea algún tipo de broma, que lo dudo porque el director no es que fuese muy gracioso. Eso quiere decir que la hoja debe asustar a Sullivan.

—Parece un mensaje de "Vigila, seguimos aquí".

—Exacto. Como si dijeran "No digas nada", "No te chives" o algo por ese estilo. Quizás es tipo una mafia.

Asentí.

—Y que ese polígono tuviera tantos dibujos de la hoja de arce podría ser su cuartel —añadí—. Tiene sentido. Porque Sullivan frecuentaba allí.

Nos quedamos en silencio unos minutos, pensativas. Al fin habíamos dado con la pieza para que todas las demás encajaran. Sin embargo, si nuestra investigación estaba en lo correcto —algo de lo que estábamos bastante seguras—, quería decir que hacía falta una investigación mucho más exhaustiva. Nos hubiera ido bien que el director aún estuviera en libertad. De este modo, quizás habríamos tenido la ocasión de seguirlo y desvelar más cosas sobre esa organización.

Si Sullivan había colaborado con un grupo mafioso, tenía sentido que alguien le hubiera codificado los documentos y todo eso.

Alice y yo lo hablamos y decidimos que lo mejor sería informar de todo eso a la agente Ramírez, aunque probablemente no le gustaría que seguimos con la investigación sin su permiso.


Cuando por fin llegamos a la sede de Interpol era oscuro. De hecho, oscurecía temprano, pero nos habíamos pasado la tarde de aquí para allá y era casi la hora de cerrar. Teníamos la esperanza de que la agente Ramírez siguiera en su despacho.

Ya casi no quedaba nadie. Irradiaba un aura parecida a la de la MI5 de noche. Mucha tranquilidad, pero con un aire misterioso que lo hacía parecer un lugar encantado.

Alice y yo enseñamos nuestras tarjetas en el mostrador y entramos en el ascensor.

Cuando se abrieron las puertas nos cruzamos con una mujer joven que justo quería entrar.

—Perdón —musité.

—¡Hola! —respondió ella alegremente. Me giré. Aparentemente conocía a Alice porque le estaba regalando una sonrisa brillante.

—Ah, hola Abby —respondió Alice con una sonrisa amable—. Queremos hablar con la agente Ramírez. ¿Sabes si aún está en su despacho?

Abby me echó una mirada de reojo.

—Tenéis suerte —respondió y se volvió a girar hacia Alice—. Aún está allí.

—Bien, perfecto.

—¿Es sobre el caso? —preguntó.

—Sí —respondió Alice—. De hecho tenemos información nueva para Ramírez —Me miró a mí y siguió—. Abby es la que ha gestionado toda la parte informática del caso. La de los correos.

—Exacto —contestó con una sonrisa.

—Abby ella es Sofia, mi compañera.

—Como te dije a ti, es bueno poner cara a las personas a las que mando todos esos correos. Me tenéis ocupada. Pero no os preocupéis. ¡A ver si algún día nos vemos fuera de la oficina! —Dijo mirando a Alice con una sonrisa y diciendo adiós con la mano mientras se cerraban las puertas del ascensor.

Alice empezó a caminar por el pasillo, pero se giró cuando vio que no la seguía.

—¿Sofia?

—No me contaste nada sobre Abby.

—Supongo que no salió en la conversación.

—Ahá... —musité y empecé a caminar—. ¿Y entonces, qué?

—¿Qué de qué? —preguntó, aparentemente ilusa.

—Café —respondí—. No, que qué vas a hacer con su invitación.

—Paté. ¿Su invitación de qué?

—¡Alice!

—¿Sofia?

—Claramente estaba coqueteando contigo.

—¿Qué? ¿En qué momento?

—En el momento en el que te ha dicho por veros fuera de la oficina, en el momento en el que te ha preguntado si estabas aquí por el caso (algo obvio), en el momento en el que todo el rato te sonreía, en el momento que se ha preguntado si entre tú y yo había algo...

—Esto no lo sabes —interrumpió haciendo referencia a lo último que había dicho.

—Estoy 90% segura. Me ha hecho un buen repasón.

—Abby no estaba coqueteando conmigo.

—Primera fase: negación —la regañé, pero no insistí más. Eso era cosa de Alice—. Solo diré una cosa —añadí. No me podía aguantar—: es guapa, simpática y, al parecer, lista. Tiene mi aprobación.

Habíamos llegado delante del despacho de la agente Ramírez. Alice me miró de reojo pero ya no dije nada más. Alcé un brazo y llamé a la puerta.

—Adelante.

A pesar de la hora que era, la agente Ramírez seguía detrás de su escritorio. Su expresión no cambió mucho, pero nos recibió con un:

—¿Qué habéis hecho?

Rápidamente la pusimos al corriente y le entregamos las bolsas con el sobre y la hoja. La agente Ramírez suspiró y apoyó su cabeza en la mano. No parecía nada contenta.

—A ver —empezó—, vuestra investigación no es mala. Seguiremos el curso de lo que habéis encontrado. Pero no podéis seguir actuando por vuestra cuenta.

Alice y yo restamos en silencio. La agente Ramírez se quedó pensativa unos segundos.

—No os puedo suspender del caso. Pero si volvéis a hacer algo de este estilo, tendrá consecuencias para vuestro futuro en Interpol —Alice y yo asentimos aunque no veía el por qué. Interpol también había tomado decisiones erróneas. Como, por ejemplo, no consultarnos a Alice y a mí sobre la detención. Si habíamos ayudado el caso, ¿por qué ahora se nos reprimía?—. Me avisó de esto —musitó—. Y cambiando de tema, ya que estáis aquí os puedo entregar los vuelos para que volváis a casa esta Navidad. La semana que viene termina el trimestre y empezáis las vacaciones. El vuelo de vuelta lo tenéis el 2 de enero por la noche. Felices fiestas.

El caso arceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora