10. Descodificación

446 48 10
                                    

10. Descodificación


Con Alice empezamos un juego. Se trataba de, en cualquier momento, decirle a la otra «¿Qué estás haciendo?». En realidad, la pregunta no hacía referencia a nosotras. Era para preguntarnos entre nosotras qué estaría haciendo el director Sullivan según lo que habíamos aprendido de él hasta el momento. Si, por ejemplo, me lo preguntaba cuando nos encontrábamos en la hora del patio, yo contestaba: «Fumándose un cigarrillo secreto en la parte trasera del colegio.» Si yo se lo preguntaba un sábado por la mañana, pues Alice, naturalmente, respondía: «Conduciendo un carrito de golf hasta la pelotita que le ha caído lejos del hueco.»

Lo habíamos investigado durante tres semanas. Estábamos listas. Por mala suerte, pero, no habíamos conseguido una copia de las llaves. Tendríamos que fiarnos de nuestras habilidades para abrir cerrojos.

También habíamos recibido la aprobación de la Agente Ramírez para llevar a cabo esta misión. Estaba de acuerdo con nosotras que era probable que hubiera algo en su piso. La pregunta era: ¿Seríamos capaces de conseguirla? Además no sabíamos qué tipo de información estábamos buscando. ¿Cuales eran los sitios más comunes para esconder documentos importantes? Pues probablemente en el ordenador o en una caja fuerte. Las cajas fuertes si no se veían a simple vista era común que estuvieran escondidas detrás de algún cuadro. También había visto alguna dentro de los armarios. Al menos era donde solían estar en los hoteles.

Esos eran los puntos que repasaba mientras nos acercábamos al piso del director Sullivan. Lo más peligroso era si nos veía alguien. Aunque no fueran capaces de reconocernos, sería un gran riesgo. Principalmente porque alarmaría al director Sullivan, algo que queríamos evitar a toda costa.

Bajé la visera de la gorra que llevaba puesta hasta justo encima de los ojos. Estaba un poco nerviosa. Bueno, no. Nerviosa no. Estaba más bien inquieta, pero por la emoción. No había sido un caso fácil. Adaptarnos a nuestro papel había resultado ser dificultoso. Nos habíamos introducido en un ambiente completamente nuevo para nosotras. Sin embargo, eso era el trabajo encubierto. Lo que a mí me gustaba más era la investigación. Teóricamente, llevaba siempre un disfraz. Aunque no hubiera cambiado de nombre, había cambiado todo mi entorno y mi historia. Actuábamos la mayor parte del día. Sin embargo, ese disfraz, ir a escondidas, el posible peligro... Era un papel distinto al que hacíamos normalmente. Este era más emocionante.

Alice giró la cabeza para mirarme. Bajó las gafas de sol un momento y me guiñó el ojo con el esbozo de una sonrisa en los lábios. Ella también lo sentía.

Para entrar en el edificio esperamos que alguien saliera. Por suerte, no tardaron mucho. Estábamos hablando casualmente al lado. La persona que salió no nos prestó atención y nos pasó de largo. Antes que se cerrara la puerta, Alice la bloqueó con su pie.

—Después de ti —La abrió y me dejó pasar.

Por suerte aún teníamos bastante tiempo. En caso contrario, probablemente habríamos intentado hacernos pasar por carteros o algún servicio de entrega a domicilio.

Subimos a la planta en la que se encontraba el piso del director Sullivan sin encontrarnos a nadie. Nos paramos delante de la puerta. Alice miró a su alrededor y, al no ver a nadie, se agachó para ponerse manos a la obra. Dejó el móvil en el suelo. Eso lo hizo por si venía alguien de repente, poder simular que se le había caído. Mientras, yo estaba apoyada contra la pared al lado de Alice vigilando el pasillo.

—Me fijé en el cerrojo cuando vine a comprobar que no hubiera cámaras de seguridad y me he asegurado de llevar las herramientas necesarias.

Al cabo de unos minutos se oyó el clic definitivo. Antes de entrar en el piso, dejé una pequeña cámara en la entrada para, cuando fuera hora de salir, poder comprobar que no había nadie en el pasillo. Cerramos la puerta detrás de nosotras.

El caso arceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora