28. Las pistas (parte 4)

144 20 0
                                    

Con el visto bueno de la agente Ramírez, todo el departamento se puso manos a la obra. Uno cogió un portátil y acercó una silla al escritorio de Pedro para ayudarle en su tarea. Otros se pusieron con lo del hospital, aunque resultó que el que se había hecho pasar por Richard Sullivan se había escondido bastante bien de las cámaras. Solo habían grabado parte del perfil, y no era suficiente para una orden de búsqueda y captura. Teníamos pensado pedirle a Louis que lo describiera para un retrato, pero por el momento íbamos a centrarnos en lo más importante: desmantelar la organización que había conseguido escaparse.

Vanessa, Luke, la agente Ramírez y yo nos sentíamos como peces fuera del agua. En ese momento no podíamos hacer nada más que esperar y no molestar a los del departamento de informática. Se coordinaban bien. Probablemente porque hablaban entre ellos, se comunicaban. Cuando encontraban algo relevante lo decían en voz alta, por si podría ser de ayuda a otro o, si cambiaban de tarea, también informaban a los demás para que no hicieran lo mismo.

Todo tipo de actividad cesó cuando Abby llamó:

—¡Los tengo!

Los cuatro nos acercamos a su ordenador. En una calidad que dejaba mucho que desear, se podía reconocer en pantalla un grupo de cuatro furgonetas blancas de la marca que buscábamos, rodeadas por tres motos negras.

Una de las furgonetas tenía lo que parecía ser una abolladura considerable en la parte derecha de delante.

Mientras Abby les seguía la pista, Pedro y su compañero nos imprimieron el informe referente a la información de la granja. Figuraba a nombre de una Mary Jane Woodbridge, una ex-trabajadora de un banco que actualmente estaba en prisión. Casualmente, había sido sentenciada por malversación y estafas. La granja hacía años que estaba inoperativa.

Abby les perdió la pista justo antes de la salida que tendrían que coger para llegar a la granja. En ese momento, la agente Ramírez me miró, asintió en señal de aprobación con la cabeza y con media sonrisa en el rostro, y sacó su teléfono móvil del bolsillo para pedir un equipo de SWAT.


La agente Ramírez nos dijo que reunir un equipo SWAT del calibre que necesitábamos tardaría al menos unas horas en estar operativo. Nos recomendó que usásemos esas horas para recuperar un poco de sueño. Según ella no era recomendable empezar una operación como esa habiendo dormido pocas horas. Sin embargo, ¿dónde se conseguían un par de horas de sueño en el edificio de Interpol? No teníamos tiempo suficiente como para ir hasta el piso y luego volver. Así que Vanessa, Luke y yo nos instalamos en los sofás que había junto a los ascensores del tercer piso. En otra situación probablemente me hubiera preocupado por la imagen que dábamos, pero tenía demasiado sueño como para que me importase. Yo era la que había dormido menos de media, aunque había recuperado alguna hora suelta en medio. Vanessa y Luke habían estado despiertos toda la noche, y también se les veía exhaustos.

Nos tapamos con las parkas y nos dormimos en cuestión de minutos.

Nos despertó la agente Ramírez con tres tazas de café y unos bocadillos para comer. Nos informó de que el equipo SWAT estaría preparado para partir dentro de quince minutos, y dejó los uniformes con las armillas junto a los sofás mientras el café poco a poco nos iba despertando.

Me sabía un poco mal por Luke y Vanessa. Sin que fuera parte de su trabajo, se habían visto involucrados en el mío. Sin embargo, también les estaba muy agradecida. Su participación había resultado ser decisiva en el desarrollo y posible resolución del caso.

Nos quedamos en silencio mientras tomábamos el café y desayunábamos, y mis pensamientos volvieron a centrarse en Sofia.

Louis no me había dicho nada más, así que suponía que Sofia seguía dormida.

El caso arceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora