23. Tenemos un plan (parte 1)

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13. Tenemos un plan


—Nunca más —dijo Alice.

Habíamos aterrizado por fin en el aeropuerto de Toronto y habíamos conseguido salir del avión. Igual que en nuestras experiencias anteriores, el vuelo fue difícil de aguantar. Sí que nos habíamos levantado unas cuantas veces para estirar las piernas, pero no era suficiente.

—He decidido que me mudo aquí —concluyó Alice—. No volveré a tomar un avión. Se acabó.

—La próxima vez cogemos un barco —Estiré el cuello hacia un lado—. Boicot a los aviones.

—Exacto. Además contaminan mucho.

—Mucho.

—Ugh, me duele la espalda.

—Tengo el culo cuadrado.

Nuestras quejas siguieron hasta la salida. Dos vuelos largos tan cerca el uno del otro como los que habíamos cogido realmente nos habían cansado mentalmente.

Hubiéramos seguido quejándonos, si no fuera porque en la salida nos esperaba una persona con quien no habíamos contado.

La agente Ramírez nos esperaba delante de la puerta. Estaba de pie, con los brazos cruzados y una mirada estricta. Cuando la reconocimos, Alice y yo compartimos una mirada preocupada y nos acercamos a ella. Nos regaló una sonrisa forzada y nos indicó que la siguiéramos. Sin intercambiar palabras, Alice y yo la seguimos.

Nos guio hasta un coche que estaba aparcado delante de la salida y se sentó en el asiento del conductor. Alice y yo compartimos otra mirada antes de guardar las maletas en el maletero y sentarnos en el coche. La agente Ramírez puso en coche en marcha.

—Probablemente os sorprende que os haya recogido —empezó cuando estábamos a salvo de oyentes curiosos. Pero quería comentar un par de cosas con vosotras que he creído urgentes. Para poneros al día... Primero..., sobre la discusión que tuvimos en nuestra última reunión. Quiero advertiros de llevar a cabo una investigación fuera de la línea de Interpol. No es la primera experiencia que tengo con agentes que deciden continuar la investigación por su propia banda y que termina mal. Ahora bien, los descubrimientos que hicisteis han ayudado a desvelar información relevante para el caso, por lo que os debo una disculpa —Enrojecí levemente.

En realidad, tenía que admitir que la agente Ramírez tenía parte de razón. De hecho, en el curso que habíamos tomado antes de obtener el caso, era algo que nos habían remarcado, hasta nos habían dado algunos ejemplos de cuando agentes actuaban por si solos y les salía mal. La idea de que se trabaje conjuntamente desde el despacho y desde el campo (es decir, con los agentes encubiertos) es que desde el despacho se puede ofrecer recursos a los agentes. Sin embargo, sirve como filtro para evitar que los agentes tomen decisiones extremas o hagan un mal uso de los recursos que les pueden ofrecer los servicios secretos. Los problemas aparecían si había algún tipo de malentendido entre ambas partes. Que era lo que nos había pasado cuando la agente Ramírez no había considerado lo suficientemente importantes nuestras pruebas y deducciones.

—En eso tienes razón —la interrumpí—. Deberíamos haber seguido el protocolo. Aun así, nos gustaría pedir que hubiera más confianza en nuestro trabajo como agentes de campo. Bueno... —reflexioné cuando me di cuenta de que había hablado también por Alice sin preguntarle—. Desde mi perspectiva.

—Estoy de acuerdo con Sofia. También creo que deberíamos seguir las normas, pero..., eso. Sentimos que faltaba confianza —añadió Alice.

—En este caso, me propongo apoyaros más en vuestro trabajo.

El caso arceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora