28. Las pistas (pdv de Alice)

157 17 2
                                    

28. Las pistas


Entré en el recinto cerrado del polígono unos segundos antes de que el bombero White nos diera permiso para hacerlo.

Me había esperado pacientemente al lado de los camiones y había entrado a paso decidido en cuanto había reconocido que nos iban a dar el permiso. Y con pacientemente me refiero a con los brazos cruzados encima de mi pecho, con la punta del pie moviéndose impacientemente y poniendo cara de acelga. Si hubiese sido por mí, hubiera entrado mucho antes. Eso estaba apagado desde hacía ya.

Lo que me había mantenido a raya hasta el último momento era el hecho de que la agente Ramírez nos había ordenado que esperásemos a Vanessa.

Vanessa había llegado hacía poco y, como no, se había puesto al día con el caso. Abby le había pasado los informes de seguimiento del caso y le había hecho llegar una actualización de los últimos acontecimientos. Y, a pesar de que ya era tarde, no parecía cansada en absoluto.

Yo, por contra, aunque había dormido —mal, pero dormido— un par de horas en la habitación de Sofia, me notaba cansada. El sillón no era lo más cómodo del mundo, pero servía. Como Louis aún no había llegado, había pedido a Abby que se quedara con Sofia y que me mandase un mensaje cuando despertara. Mientras dormía, Luke también había aprovechado para leer los informes, por miedo de haberse perdido alguna cosa. Todo el mundo había aprovechado el tiempo excepto yo.

De mientras se había hecho tarde y hacía una rasca que te cagabas. Además, por protocolo teníamos que llevar armillas antibalas por debajo de la chaqueta. Con mi abrigo normal no hubiera cabido muy bien. Por suerte, la agente Ramírez se había encargado de conseguirnos parkas de esas que abrigaban mucho (detrás ponía Interpol), además de focos y linternas potentes para poder llevar a cabo la investigación.

Vanessa había llegado hacía poco y la agente Ramírez también le había conseguido una de estas parkas. En realidad, debíamos parecer un trío bastante curioso. Estaba yo, exagente de la MI5 y contratada actualmente por Interpol; Vanessa, agente actual de la MI5 y subcontratada puntualmente por Interpol y Luke, un agente de la CIA subcontratado por Interpol. Muy curioso. Deberían hablar de este caso en uno de esos congresos, como al que había ido Vanessa. De título: «Los casos interagentivos. Ventajas y desventajas».

Al salir del taxi que la había llevado hasta el polígono, Vanessa había mirado a su alrededor. Yo la saludé con la mano para que viera dónde nos encontrábamos. Al reconocerme, había asentido la cabeza hacia mí. Cuando nos alcanzó se presentó ante Luke y le ofreció la mano.

Era un poco raro verla así distante, teniendo en cuenta que la última vez que nos habíamos visto...

Pero era de esperar, supongo. Vanessa era muy profesional, sobre todo cuando se trataba del trabajo de espía. Era una muy buena espía, alguien que no querría tener en mi contra.

La observé mientras se ponía la armilla antibalas y luego la parka. Aún llevaba el pelo largo y ligeramente ondulado, aunque en ese momento se había puesto un gorro para resguardar la cabeza y las orejas del frío. No podía decir que no me parecía atractiva. Tenía los ojos de un marrón claro, además eran finos y alargados. Era alta, más que yo, y musculosa, fruto de las horas de entrenamiento semanales que solíamos tener. No siempre era simpática. Eso también se tenía que decir. Era..., correcta. Pero tenía la sensación de que en el fondo era buena persona. Solo que era tímida, y entonces se mostraba distante con todo el mundo.

Total, que entré el recinto cerrado minutos antes de que los bomberos nos dieran el permiso oficial. En vano, lo sé. Aunque, en mi defensa, me había portado muy bien y no había entrado antes.

El caso arceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora