Capítulo 14: No quería apagarme.

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Les recomiendo escuchar Serotonin de Girl In Red con este capítulo ❤️


1 de abril, 1986.


Annie Kloss.


No puedes evitar lo inevitable, no puedes alterar el curso de lo predicho. Mi cuerpo lo hace saber, y como dijo el doctor, tenía un mínimo de cuatro semanas que ya se han cumplido.

Me despierto y lo primero en que me concentro es en esos tubitos entrando por mi piel, alargados, conectados a la pared detrás de mí. La máquina suena, hace saber que estoy bien. Soñolienta me muevo en busca de no sé qué. ¿Estoy en el hospital? ¿Cómo llegué aquí? ¿Cuánto tiempo habré estado inconsciente?

Sólo hay silencio, pero no tardo en reconocer que no soy la única en la habitación.

Unos ojos grises no me sueltan, me miran atentos.

—Hola chica hermosa—es la voz de Bryce que oigo, aterciopelada como ninguna.

Se levanta cuando me remuevo en un intento de erguir mi espalda y sentarme, me ayuda.

—¿Desde cuándo estoy aquí?

—Sólo un día y medio.

—No entiendo—susurré en un estado fuera de lugar. La última imagen que guardé es en casa de Kaileen, veíamos una película los tres, y un par de amigos de la castaña. De pronto dejé de estar allí, y ahora estoy aquí.

—Te desmayaste—informa, y toma mi mano la cual le atraviesa una aguja—Entré en pánico, ardías. Tenías mucha fiebre y por eso perdiste la consciencia. Kaileen llamó a urgencias, luego a tu mamá y te trajeron aquí.

Todo recobra sentido, ese gesto sobre su cara de incomodidad me hace dudar.

—No he estado bien... Los últimos meses.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—¿Decirte qué?

—No finjas no saberlo—endurece su tono. Si quise evadir lo que ahora para mí es incómodo.

—No tuve la oportunidad...

—¿Oportunidad?—mueve la cabeza—Annie, todo este tiempo imaginé que estabas bien. Que habías mejorado. O eso fue lo que me dijiste el día que me terminaste.

Oh, sí. El día que le terminé a Bryce Keith. Dentro de mí enfermedad yo seguía siendo esa porrista arrogante y egocéntrica que solo vaciló porque su novio la engañara con alguien que para ella era sólo una básica y con menos relevancia. Le dije a Bryce que estaba mejor que nunca, y que no lo necesitaba, que habían más como él, y ahora podía disfrutarlos con facilidad. Le restregué en la cara una buena salud irreal, algo inexistente. Porque en ese momento mi salud me abandonó, dijo basta, y empecé a morir. Pero le hice creer a todos que Annie Kloss seguía brillando como nunca. Necesitaba hacerles creer tal cosa, no quería apagarme. Porque ya a mi alrededor intentaban hacerlo.

—¿Y qué me vieran de otra forma?—reí sin nada de gracia.

—Siempre te vieron como eras, el cáncer no lo iba a cambiar.

—¡Y lo cambió! Bryce, ¡lo cambió todo! Se derrumbó completamente, y esperé, que lo que más apreciaba, no cambiara. Qué me vieran como Annie, y no la Annie que sólo le quedan un par de años de vida porque los tratamientos no surgían efecto. Que me vieran como la Annie atlética y sonriente, y no la que llora por la noche porque no soporta el dolor en todo el cuerpo. La que tomaba el sol, como si fuese la única en ese sitio, y no la que no puede tomarlo más, porque siente su piel estar en llamas. Porque todo el tiempo tengo moretones por el cuerpo, sangro, y no soporto ni siquiera una caminata de medio kilómetro.

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