Capítulo 17: Soy un monstruo, un terrible monstruo.

62 20 85
                                    


5 de abril, 1986.


Atom Bates.


A las doce la familia de Annie sale a almorzar, mientras Annie queda a los cuidados de las enfermeras. Es el intermedio de hora el cual puedo aprovechar para ir a verla. Por el constante flujo de personal entrando y saliendo, sé que entrar sin permiso o ocultándome de la visión de otros no es buena idea.

Cojo un pase y me direcciono a la veintisiete. Una enfermera está saliendo, no me pregunta nada cuando entro.

Para mí sorpresa Annie no está sola. La misma niña de ayer tiene su atención a lo que le hace. Maquilla la cara de Annie.

—¿Qué tal me veo?—me pregunta la pelirroja. Sube y baja las cejas. Sharon espera un cumplido exitoso por mí parte.

Oculto la tragedia de mi cara, y evito ser hostil no comentando que parece un payaso.

—Hermosa—susurro.

Sus ojos ámbar se iluminan. Igual los de la niña.

—Tu príncipe azul ha llegado—exclama la pequeña y se abre paso, dejando de torturar a Annie.

Supongo que es mi nuevo apodo. Sharon le pasa un espejo y la chica se mira. Si finge, finge muy bien. Tiene el impacto de haber sido maquillada por una profesional estilista de revista.

—Me encanta. Eres grandiosa, Shai. Entre poco estarás maquillando modelos y todos querrán que tú los maquilles.

—Eres toda una princesa—inspira hondo, acariciando el cabello de la grisácea chica.

Annie palmea un lado de la cama, indicando que me siente allí. Hago caso.

—Hola, loca—le murmuro. Saco una sonrisa en ella.

—Deja de llamarme así—pide.

—No puedo.

—Sharon, adivina qué. Atom estaría encantado de ser maquillado por ti y verse tan lindo como yo.

Mis ojos se abren, niego.

—Ni se t...

—¡Maquillar al príncipe azul! ¡Lo haré!

Responde muy emocionada.

—No, ella sólo bromea niña. No debes maquillarme.

—¿Romperás el corazón de una niña de seis años?—saca su labio superior, sus pupilas se agrandan. La mirada triste de la niña también me contraataca.

—Annie...—gruño.

—Atom—reta.

Resoplo, vencido por ambas. Omito cuánto me molesta, aunque claramente mi cara no se esfuerza por hacerlo.

La niña saca una paleta de colores, algunas brochas y labial. Esto debe ser una broma.

—Cierra los ojos—me ordena. Le doy una última mirada a Annie, que se divierte con esto, y lo hago. Ella comienza.—Te verás muy lindo.

Lo dudo. No sé qué tanto tarda, pero pasan al menos diez minutos y Sharon no termina de fusionar colores sobre mi cara.

—El lila es tu color—burla la chica. Oh, podría matarte Annie Kloss, ahora mismo.

—Jódete.

—¡No groserías, hay una niña presente!

¿Esto es para lo que quedé? ¿Para ser maquillado por alguien que acaba de dejar los pañales?

ATOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora