Capítulo 3.

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Narra Shun:

El señor Hades actuaba tan raro después de esa conversación... Durante el tiempo que llevamos saliendo me he sentido tan mal, pero por alguna razón no puedo decirle que no...

—Shun, tienes un regalo otra vez.

—¿Que es maestro?

—Lo mismo de todos los días... Las flores más bellas traídas desde los Campos Elíseos.

—N-No sabía que se podían sacar de ahí...

—Sólo bromeo contigo, el Dios Hades te envía esto. —Dijo riendo.

—¿De nuevo?...

—Me temo que sí, ve a ponerlas en agua y cuando te vayas a casa no olvides llevarlas.

—Gracias maestro...

—Ya te dije que me digas Shaka, me haces sentir viejo si sólo me llamas maestro.

—Pero no se sienta viejo.

—No, claro que no.

—Exacto... No se sienta, porque sí es viejo. —Respondí riendo.

—Sigue de gracioso y te mostraré el Tesoro del cielo usándolo contra ti.

La relación entre nosotros y los Caballeros Dorados era muy buena, después de todo éramos compañeros y lo mejor que podíamos hacer era tratar de llevarnos bien.

Más tarde ya era hora de irme, cómo era de esperar el señor Hades vino por mí y me llevó a casa.

—¿Te han gustado las flores?

—Son muy bonitas, gracias.

—Si bueno... Afrodita el caballero de Piscis me las dio.

—Imaginé que diría eso, y son muy bellas, pero no tenía que hacerlo.

—Bueno con algo tengo que elogiar tu belleza Shun, aún cuando no quieras.

—¿Cuando volverá su esposa?...

—La dejé irse hace un mes aproximadamente, volverá hasta dentro de 7 meses.

—Ya veo... Señor Hades yo...

—Por favor sólo dime Hades.

—A-Ah yo... No podría, usted es un Dios y no puedo dirigirme así nada más a usted.

—Tranquilo, te refieres a Athena por su nombre a veces, no me molesta que me hables por mi nombre.

—Bueno... Entonces Hades...

—¿Sí, Shun?

—Cuando su esposa vuelva al Inframundo terminemos con esto.

—¿Que dices?

—Me siento muy mal por hacer esto... Pero por alguna razón no soy capaz de soltarlo así que... Trataré de vivir momentos agradables con usted hasta que tenga que irse de nuevo.

—Pero Shun...

—Por favor no discutamos esto, es lo mejor para los dos.

Seguimos caminando hasta casa, donde una vez ahí entramos en un ambiente muy tenso, puse las flores en agua y le ofrecí té a Hades.

—Sí gracias.

—No hay de qué.

—Entonces... Si sólo estaremos juntos estos meses, quiero pasarlos contigo pequeño.

¿Él o yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora