Alice y el torneo de los tres magos [AIH#4]

25. El banquete para extranjeros, El calíz de fuego.

—¡No me lo puedo creer! —exclamó Ron asombrado cuando los alumnos de Hogwarts, formados en fila, volvían a subir la escalinata tras la comitiva de Durmstrang—. ¡Krum, Harry! ¡Es Viktor Krum!

—¡Ron, por Dios, no es más que un jugador de quidditch! —dijo Hermione.

—¿Y yo que? —le preguntó Alice gimoteando, fingiendo que se quitaba lágrimas de dolor.

—Bueno... Alice —pareció complicada con lo que diría—. Tu... no solo eres una jugadora de quidditch.

Cuando volvían a cruzar el vestíbulo con el resto de los estudiantes de Hogwarts, de camino al Gran Comedor, Alice vio a Lee Jordan dando saltos en vertical para poder distinguir la nuca de Krum. Unas chicas de sexto revolvían en sus bolsillos mientras caminaban.

—¡Ah, es increíble, no llevo ni una simple pluma! ¿Crees que accedería a firmarme un autógrafo en el sombrero con mi lápiz de labios?

—¡Pero bueno! —bufó Hermione muy altanera al adelantar a las chicas, que habían empezado a pelearse por el lápiz de labios.

—Voy a intentar conseguir su autógrafo —dijo Ron—. No llevarás una pluma, ¿verdad, Harry?

—Las dejé todas en la mochila —contestó.

—Ron... —intento llamar su atención—, si quieres le puedo... —pero Ron la interrumpió cuando intentaba contarle que podría darle el recado, posiblemente se le olvidase del correo.

Alice soltó un suspiro, viendo a Krum junto con sus compañeros amontonados hacia la puerta de entrada, se habían intercambiado miradas que pareció durar un largo tiempo, extendió una sonrisa, puesto que mirar a Krum a veces era recordar Francia, su madre y el buen quidditch. Sonrío con mucho aprecio.

Krum daba unos cuantos pasos hacia ella, pero se detiene cuando Bradley colocaba su brazo alrededor del cuello de la chica, la tensión pareció aprisionar todo el comedor.

Desconcertada observo una mirada agradable de Bradley.

—Te vas a quedar sin lugar, querida Alice —sonreía en su dirección acariciando suavemente su mentón.

La temperatura pareció bajar precipitosamente.

—Creo que hay... —las miradas parecieron incrementar en cierta forma que le mareaba.

No la dejaba terminar de hablar. Pero Alice sentía tan pesado el lugar, que no podía ver con claridad a los estudiantes de Beauxbatons, después de todo, el verano pasado tuvo un altercado con varios de ellos.

—No me voy a sentar contigo —aclaraba Alice alejándose del chico.

Los alumnos de Beauxbatons se habían puesto en la mesa de Ravenclaw y observaban el Gran Comedor con expresión crítica. Se sujetaban aún bufandas o chales en torno a la cabeza.

—No hace tanto frío —dijo Alice—. ¿Por qué no han traído capa?

—¡Aquí! ¡Ven a sentarte aquí! —decía Ron entre dientes—. ¡Aquí! Hermione, hazte a un lado para hacerle sitio...

—¿Qué?

—Demasiado tarde —se lamentó Ron con amargura.

Viktor Krum y sus compañeros de Durmstrang se habían colocado en la mesa de Slytherin. Harry vio que Malfoy, Crabbe y Goyle parecían muy ufanos por este hecho. En el instante en que miró, Malfoy se inclinaba un poco para dirigirse a Krum.

—Sí, muy bien, hazle la pelota, Malfoy —dijo Ron de forma mordaz—. Apuesto algo a que Krum no tarda en calarte... Seguro que tiene montones de gente lisonjeándolo todo el día... ¿Dónde creen que dormirán? Podríamos hacerle sitio en nuestro dormitorio, Harry... No me importaría dejarle mi cama: yo puedo dormir en una plegable.