16. El crimen de Winky.

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La tensión en el aire era tan densa que parecía imposible respirar. La mirada de Alice permanecía fija en los árboles, sus ojos grises reflejaban la luz verde de la Marca Tenebrosa que aún brillaba en el cielo, creando sombras danzantes en su rostro. Apenas escuchó la advertencia de Hermione, hasta que Harry la sacudió con firmeza.

—Alice, ¡tenemos que irnos! —insistió, el miedo en su voz era evidente.

Ella asintió con una vacilación momentánea, como si sus pensamientos estuvieran atrapados en otra parte. Agarró la mano de Harry con fuerza, su toque frío como el hielo. Pero apenas habían dado unos pasos cuando un sonido como pequeños estallidos rompió el silencio del bosque.

De la nada, una veintena de magos se materializó, formando un círculo cerrado alrededor de ellos. Los destellos de las varitas iluminaban sus rostros severos, sombras oscuras bajo capuchas que hacían imposible distinguir sus expresiones. Alice sintió que su corazón latía con fuerza, una mezcla de adrenalina y terror recorriendo sus venas.

—¡AL SUELO! —gritó Alice con voz firme, empujando a sus amigos hacia abajo con movimientos rápidos. Sus dedos se aferraron al hombro de Hermione mientras sus piernas cedían para hundirse en la tierra.

—¡Desmaius! —vociferaron las voces en unísono.

Un estallido de luz roja llenó el claro como fuegos artificiales disparados desde todos los ángulos. Alice sintió cómo la ráfaga de energía le agitaba el cabello, el calor de los hechizos pasando peligrosamente cerca de su piel. Permaneció agazapada, con las manos sobre la cabeza, conteniendo la respiración mientras los chorros de luz rebotaban en los troncos de los árboles, creando destellos cegadores en la penumbra del bosque.

—¡ALTO! —La voz resonante de Arthur Weasley rompió el caos. Avanzó con rapidez, sus pasos firmes y desesperados mientras alzaba una mano para detener a los magos que aún apuntaban con sus varitas—. ¡Es mi hijo!

El silencio cayó sobre el claro de repente, como si el bosque entero hubiera contenido la respiración. Alice levantó la cabeza, su cabello desordenado cayendo sobre su rostro pálido. Frente a ella, el señor Weasley se acercaba con zancadas rápidas, sus ojos llenos de preocupación.

—Ron... Harry... Hermione... Alice... ¿Están bien? —Su voz temblaba, aliviada pero aún nerviosa.

Alice se incorporó lentamente, sacudiendo la tierra de sus codos y rodillas. Su cuerpo todavía temblaba, pero trató de mantenerse erguida, aunque su mirada seguía fija en el suelo, incapaz de alzar los ojos para encontrarse con los de los magos que los rodeaban.

—Apártate, Arthur —ordenó una voz fría.

Alice levantó la mirada solo para encontrarse con el severo rostro del señor Crouch. Su expresión era una mezcla de ira y desconfianza, su varita aún alzada como si esperara la más mínima provocación.

—¿Quién de ustedes lo ha hecho? —preguntó Crouch con dureza, escudriñándolos con ojos inyectados de sospecha—. ¿Quién ha invocado la Marca Tenebrosa?

—¡Nosotros no fuimos! —exclamó Harry con vehemencia, dando un paso adelante para interponerse entre Crouch y Alice. Extendió una mano protectora hacia ella, sintiendo que su amiga temblaba ligeramente tras él.

—¡No hemos hecho nada! —añadió Ron con indignación, frotándose el codo tras el empujón de Alice al suelo—. ¿Por qué nos atacan?

—¡No mientan! —bramó Crouch, su voz cargada de furia contenida—. ¡Estaban en el lugar del crimen!

—Barty, calma... —susurró una bruja con bata de lana, dando un paso hacia él—. Son niños, no tienen ni la capacidad ni la intención de hacer algo así.

Alice y el torneo de los tres magos [AIH#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora