Mirándolo en retrospectiva creo que fueron varias cosas.
Quizás tropecé con su olor antes de sonreír en la mañana. O me atrapo el sudor de su piel cuando en silencio la busque en la cama.
Quizás guardar el secreto hizo que creciera mas el grito pero dentro de mi. Y la descubrí andando a anchas por mis venas, seduciendo mi sangre.
Debí haber estado atento cada vez que la guitarra sonaba, o aquella melodía me nombraba y terminábamos componiendo nuestra danza de gatos en el cielo, con las estrellas desparramadas en el suelo.
Creo que fue su manera de columpiar mis dudas y cruzar las piernas mientras sonreía.
Su forma de ser tan dos, y quebrar conceptos. Dignificar miradas, acudir a pequeñas adivinanzas del destino entre hojas de un libro usado...