Ni siquiera en mis años más extraños...
Ni en los momentos más sublimes, donde la razón se nubla y la sangre se enseñorea de este cuerpo hecho emporio para tantas cicatrices.
Ni siquiera en las noches donde no tengo cigarros, ni en las que no existe la noche.
Ni en las madrugadas andando de espaldas por el callejón de los enamorados.
Ni en los días más calientes.
Ni en los viernes de pasión, o en los lunes de melancolía.
Ni siquiera en los ojos de mis amigos
Ni en los enemigos.
Ni en el último trago antes de levantarme de la barra.
Ni en el cenicero cuando me apago con desdén, prometiéndome un nuevo cigarro más tarde.
Ni en el frío de mi colchón usado.
Ni en las gavetas empolvadas con mis sueños.
Ni en aquel perro que saludé cariñosamente.
Ni en la pared que sostuvo mi espalda.
No pude encontrar respuesta a mis respuestas.
Ni evitar preguntarme con preguntas.
No pude saltarme el punto del final.
Ni los espacios en blanco entre las comillas.
No pude subyugar el predicado a ningún sujeto.
Y me quedé sujeto sin tener predicado.
No imaginé en el vuelo de las hojas otra cosa que no sea mi vida.
Ni el correr el polvo algo más que mis delirios.
No vi, sino en cara de desconocidas, disculpas.
Y en las que conocía no vi nada.
Ni siquiera en las esquinas que compartí bebiendo.
Ni en la avenida que me vio llorar.
No me supieron los zapatos a zapatos, solo a amarres.
No me acomodó el pantalón mi coraje
Ni el cinto me sujetó la firmeza.
No me hizo bien olerte en un pañuelo.
Ni verte de reojo en la bandera de un barco a punto de marchar.
No creí perderme cuando dije "enciende eso".
Ni creí marcharme cuando dije "me tengo que levantar"
No creí en lo que creí.
Porque dije que no encontraría oraciones.
Porque el pensar me traicionaba, y me arruinaba las arrugas y mi piel.
Y no pude evitar suspirar callado.
Ni pudieron los billetes de mi bolsillo darme calma.
Ni el abrigo darme calor.
No me dio sabiduría saber de dolores.
Ni me dio amores, saber de amor.Twitter: @Caffeineforyou1