Te digo adiós con mis manos. Y el jardín de sueños poco a poco se marchita de suspiros; esperando el Sol.
Te marchaste pronto, no viste jamás que cambié de rumbo mi vida. Que logré terminar esos libros en tu mesita de noche.
Que tenías razón, la comida sin mucha sal aún puede llegar a ser sabrosa.
Y lo siento, pero sigo odiando Master Chef.
Te digo adiós sin hablar. En este salón azul que ya se nos apaga. Y las huellas dejan de brillar. Te digo adiós.
Y siento mi corazón latir más pesado, y más lento. Y mis dedos tocan el mismo piano que amaste ahora con torpeza...
Sé de memoria las melodías que te hacían sonreír. Son las que me hacen llorar sin saberlo, cuando me descubro en sollozos diciendo tu nombre bajito.
Te digo adiós con la marca del anillo aún en mi mano. Y la invitación a vernos envejecer guardadas en el pecho.
Te digo adiós sin dejar de tocar, abandonándome a ser espuma en el mar de recuerdos que me abaten.
Mi piano se carcome, y poco a poco una grieta hace que pierda el balance.
Te digo adiós.
Me cuesta trabajo respirar.
Me cuesta trabajo seguir.
El salón azul ahora parece oscuro.
Y las lágrimas me saben a preguntas.
Porque te fuiste tan pronto...