Y si la existencia es solo una ¿por qué la luz es infinita? Si no me creo los portazos de sueños que se quedan en la noche. Tras las risas y los vasos con restos de cerveza.
Entonces, solo queda ese amanecer que recibe el cuerpo, desdichado, aspirando venenos y sonriéndole al gran astro que se alza sobre los pesares y calienta la mañana.
Libres son los pies que no buscan un camino. Mi alma vaga por senderos necesarios de sentir con las manos, con la piel viva de recuerdos sin dar voz.
Las heridas de mi historia serán materias de enseñanza para mis hijos. Yo las acumulo feliz de ser alimento para el mundo del después.
Yo las guardo con recelo, y las memorizo por temor a sanar y olvidarlas.
Ellas me protegen.
Cada marca, cada adiós, cada silencio, cada palabra.
Hasta que escribo y me descubre cada vez, como un niño, el placer al ver que en mis frases se encuentra una nueva persona, iluminándose.
Entonces todo vale. Entonces puedo seguir. Porque esa luz es infinita.
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