Prólogo

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Ella esperaba al doctor Víctor Fermosel.
Ambos hablaron una semana antes por teléfono y le encargó a ella la educación de su hija. Pero Fermosel tras la negativa de ella, acudió después a su hermano pequeño cuando está rechazó educar a su malcriada hija. Kilian Riaza aceptó y este le ordenó a ella que recibiese a la hija en su tiempo de ausencia y comenzara con lo que sería su educación. Una que después él le daría cuando regresara de su viaje de trabajo.
El doctor Fermosel era licenciado en letras. Un hombre casado y viudo con casi sesenta años de edad. Prestigioso en su carrera, en su vida social y en su vida laboral en la facultad de letras de Estambul.
Pero a su hija era casi imposible de educar. Por lo que pensó que el hermano pequeño de su buena amiga Katherine Riaza era el hombre perfecto para su educación. Aunque ella se negaba, sabía que la mansión era el lugar perfecto para ello. Ya que los hermanos Riaza empleaban técnicas que pensó que serían buenas para tener recta a su hija.
El doctor Fermosel pensó que una temporada en la mansión de Las Cumbres le haría bien. Ya que sabía que sus técnicas serían eficaces para que su hija pudiese enderezarse para que dentro de un año pudiese casarse con el que será su marido.
La hija de Fermosel era la adolescente más maleducada que había en toda la ciudad. Las fiestas y el alcohol la descontrolaban. Hasta que su padre pensó que su educación no sería en un internado. Sería de la más correcta y de otra forma diferente. Algo que pensaba que la ayudaría y le haría ver lo que en realidad importa en la vida.
La mansión Las Cumbres era uno de esos lugares donde la gente iba buscando diversión. Pero era una diversión muy diferente a la que la hija de Fermosel estaba acostumbrada. Esperaba que todo lo que pasara con ella desde ese día, le ayudase a ser mejor persona y también mejor hija.
El coche apareció por el portón de la mansión. Los típicos coches turcos se conocían por su alta gama. Y el del doctor Fermosel era el más elegante y conocido de Estambul desde que comenzó su doctorado hace más de veinte años.
El coche paró enseguida de la puerta y el doctor salió de él en breve.
Ambos se miraron a los ojos y ellos se sonrieron.
Tras un breve abrazo, Víctor les hizo un gesto a sus hombres y estos bajaron a su hija del coche. La cual fue dormida antes de llevarla a la mansión.
Después, estos se la entregaron a los hombres de Katherine y con una orden de ella, supieron lo que debían de hacer.
―Espero que, en este año, su educación sea dura, pero a la vez eficaz ―dijo.
―Le enseñáramos a que sea más educada. Incluso ese descontrol que tiene se lo haré pagar de alguna forma. Te lo puedo asegurar, mi querido Víctor. Además, Kilian no se va a quedar de brazos cruzados cuando vea el comportamiento. Que Anne tiene. Te lo puedo asegurar.
―Eso espero.
Tras otro abrazo, el doctor Fermosel fue de nuevo hasta el coche. Pero antes de montarse, le dijo:
―Solo espero que tu hermano sepa llevarla y educarla como acordamos. Incluso le deseo suerte cuando estén casados.
―Tranquilo. Te lo acabo de decir. Mi hermano llegará en unas semanas. Tendré tiempo domesticarla perfectamente Víctor. Y si no lo logro, lo hará él a su modo. Te aseguro que Anne será una de esas niñas bien educadas.
―Chao Katherine. Y mucha suerte con ella. Llamaré para tener noticias de ella. Pero también espero verte.
Y este se montó en el coche.
Cuando esté salió por el portón de la mansión, Katherine miró nostálgica recordando los buenos momentos que vivió hace meses con el doctor Víctor en una de las habitaciones de la mansión después de varios meses de viudez.
Aunque ella sabía que la hija de Fermosel estaba ahí por otra cuestión, no dejó de pensar en ese pobre hombre que lo había pasado muchas veces mal por ella. Una muchacha que parecía una cría malcriada de ocho años en vez de la edad que tenía.
Pero cuando dejó de recordar, esta pensó en su hija y se susurró a sí misma:
―Katherine, tenemos trabajo que hacer.

Pasiones Ocultas (Mi Amuleto #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora