8. TAN CERCA DE BESARTE.

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Jackson.

Sin tener tiempo de descansar como quería, había pasado una de las semanas con más emociones después de cuatro años. La causante tenía nombre y apellido, Ayla Foley y el máximo impacto que causaba en mi con su sola presencia. Había reaccionado de manera fría cuando la vi, pues quería cuidar mi corazón y el de ella. Después pensé y dije que debía mantener una relación respetuosa porque sería mi compañera de cuarto.

Mis cambios de humor siempre iban en una montaña rusa cuando ella estaba cerca.

Sin embargo, ella y sus preguntas, tuvo que soltar algo con respecto a mi cambio repentinito de actitud y decir algo que pensaba de mí, me dolió que creyera que yo la podía tratar mal o lastimar, por eso mismo preferí irme a dormir. Pero como siempre, no pude permanecer molesto por mucho tiempo y le terminé hablando dos días después.

Eras viernes y nos encontrábamos en la clínica, hoy salíamos temprano y por eso me permití sentarme, era sorprendente la cantidad de personas que venían a emergencias. Menos mal y la otra semana nos iban a cambiar de área y yo pedía que me pusieran con la castaña de ojos verdes.

Hablando de ella, venía caminando hacia mi dirección, haciendo muecas raras porque no entendía algo de los expedientes que estaba leyendo.

—¿Y ahora por qué reniegas, Foley? —al escuchar mi voz detiene su caminata.

—¿Tú que haces sentado?, debemos trabajar, Becker.

Ruedo los ojos, ¿Es acaso que ella no se toma un descanso para respirar?, con razón al llegar a la residencia se baña, cena y cae rendida a dormir.

—Relájate un poco, hoy salimos temprano y puedes tomarte un tiempo para tomar un respiro —le sugiero y ella niega —. No a entrado ningún paciente. Ayla.

Ella lo piensa y asiente, toma asiento a mi lado, posa su cabeza en mi hombro y eso hace que detenga mi respiración. Habíamos estado hablando mucho, cosa que sentía bien, pero no habíamos tenido un contacto. Me permití inhalar su olor a rosas frescas mezclado con melón y aguanté las ganas de abrazarla y estrecharla contra mí.

—¿Por qué renegabas? —preferí preguntar, ignorando el hecho de su cercanía.

Ella levanta la su cabeza de mi hombro para que pueda mirarme, me permite ver de cerca sus hermosos ojos verdes que tanto me gustaban y vuelvo a recalcar que son perfectamente bellos, igual que ella.

—No entendía porque a un niño le habían inyectado morfina, cuando su dolor era leve, se suponía que debían suministrarle un sedante más suave —me explica y yo frunzo el ceño, ella tenía razón —. Estaba buscando la razón en los expedientes.

Entendía su confusión, pues la morfina solo se suministra en caso extremos y cuando el dolor del paciente ya es insoportable.

—Enséñame los expedientes, por favor —le pido y ella los extiende hacia mí.

Los observo detenidamente, buscando la razón, paso de hoja y ahí estaba la razón, el niño sufría de cáncer de páncreas, al botar jugos gástricos fuertes, le causaban un dolor insoportable para su edad, le suministraron una cantidad menor. Le explico a Ayla y ella asiente triste.

—No entiendo porque la gente sufre, en especial los niños que son tan inofensivos. —murmura, volviendo a recostar su cabeza en mi hombro.

—Así es la vida de injusta, Ayla. Ataca sin importar nada.

Ella asiente y se queda pensando, nos mantenemos en silencio, cada uno en sus pensamientos, hasta que una persona interrumpe el momento.

—Qué bonito, enserio que bonito —la voz del director Johnson hace que miremos hacia su dirección y que Ayla deje de estar recostada —. Hay un montón de trabajo por hacer y ustedes andan aquí juntos teniendo un momento de descanso.

Destino, Volviendo A Encontrarnos ©[En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora