La última vez que Marco vio a Ace, su camisa amarilla estaba teñida de un rojo oscuro. Su hermano menor, Luffy, estaba inconsolable. La última vez que Marco vio a Rouge, ella le aventó un jarrón azul apenas lo vio y le gritó que se alejara de su familia.
Después de eso, cuando Marco y Barbablanca fueron al hospital para agachar la cabeza y rogar por su perdón, la familia Portgas ya se había ido. Supieron que Ace había perdido mucha sangre, pero que se había salvado. Se enteraron que, por influencia de su abuelo, lo habían trasladado a un hospital militar de otra ciudad. La casa donde vivían apareció un día con un letrero de Se renta.
Solo semanas después, cuando la policía dejó de llamar y de acosar a su padre, Marco se permitió llorar. Pasaría los siguientes diez años culpándose.
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—Por favor, Marco. Ya reservé a tu nombre. No tienes que hacer nada, solo tienes que llegar a las seis y no usar sandalias. No me hagas perder mi dinero.
—Nadie te lo pidió, Thatch.
Un golpe seco en el escritorio silenció el ruego que Thatch estaba por iniciar. Marco y Thatch dieron un respingo de sus asientos y voltearon a ver a Izo, quien sostenía el pisapapeles de ballena en su mano. Izo le sostuvo la mirada a Marco hasta que éste se cruzó de brazos y le hizo una mueca.
—Deja de comportarte como un niño malcriado. Tómate la maldita tarde libre —sentenció Izo.
—Si querían que tuviera la tarde libre lo hubieran dicho.
Izo puso los ojos en blanco.
—¿Para qué? ¿Para que te pases el día encerrado en casa? ¿O con padre?
—Necesitas interacción humana — agregó Thatch quedito.
Marco abrió la boca pero Izo le ganó:
—Con alguien que no sea tu maldita familia.
—Ok... ustedes ganan —cedió Marco—. Ahora, ¿pueden dejarme terminar estas facturas?
Thatch ensanchó su sonrisa e Izo soltó un bufido. Se levantaron de sus asientos y Thatch salió primero. Antes de irse, Izo le recordó:
—La Pagoda, seis de la tarde. Sé bueno. No vuelvas a casa borracho.
Al escuchar el clic de la puerta, Marco soltó un largo suspiro y se llevó las manos a la cara. Apenas y había podido dormir, y ahora querían que fingiera ser amable con aquel miserable que sus hermanos convencieron de ir en una cita con él.
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Fiel a su palabra, Marco no usó sandalias, pero tampoco se esmeró demasiado en su apariencia. Un pantalón de vestir y camisa blanca sin corbata tendrían que bastar. El lugar que escogieron sus hermanos no era el lugar más adecuado para una cita, era más bien una cafetería familiar, donde los jubilados iban a desayunar. Quizá debió sorprenderle que él se encontrara esperándolo, pero no fue el caso.
—Marco, tanto tiempo —se levantó de su silla y lo saludó de mano de forma solemne. Después agregó, con una sonrisa en su voz —: ¡Cuánto has crecido!
—Cállate, Shanks.
Marco se sentó y agarró la carta para tapar aquella sonrisa estúpida.
—No puedo creer que te hayan convencido de esto —masculló mientras veía la lista de bebidas alcohólicas.
—Oh, tú sabes. Siempre estoy buscando por mi media naranja.
Marco rodó los ojos en respuesta y siguió bajando la lista a los licores más fuertes.
—Ya conoces a tus hermanos, Marco. Creen que su misión en la vida es que seas feliz, y corren como gallinas descabezadas cuando se acerca el aniversario de... de eso — titubeó Shanks.
—¿Cuál "eso"?
—Ok, idiota. Desde que casi matan a Ace. No es como si hubiera sido el amor de tu vida o algo.
—No era el amor de mi vida — contestó a la defensiva Marco. Vodka, definitivamente iba a necesitar vodka.
Lo que fuera a decir Shanks fue interrumpido por la mesera que se acercó a tomar sus órdenes.
—Sé que no nos hemos visto en mucho tiempo —comenzó una vez que se fue la mesera—. Sé que en parte es porque no has querido —alzó una mano en cuanto vio que Marco iba a protestar—. No me mientas. Lo entiendo, estás fuera, no quieres tener nada que ver conmigo. Pero eso no significa que no puedas hablarme sobre ti... extraño a mi amigo, ¿sabes? Extraño tu terrible poesía.
—No es tan terrible — dijo Marco al cabo de un rato. Clavó la mirada en la mesa. Sentía como si aquellos años hubiera vivido con las manos en los oídos, fingiendo que todo estaba bien.
—Después de lo que pasó con Ace... convertimos todos los negocios en legítimos. Temíamos represalias de su abuelo... Sé que no es excusa— se alzó de hombros—, después de eso solo quise olvidar todo.
—¿Y cómo está funcionando eso?
Marco soltó una carcajada por primera vez en el día.
—No muy bien. Escribí otro poema.
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Cuando Marco estaba borracho, imaginaba cómo reaccionaría Ace al volverlo a ver. A veces soñaba que pudo verlo aquel día en el hospital, que pudo sostener su mano entre las suyas, que pudo acomodar su cabello mientras dormía, que pudo haber estado allí cuando se despertó. Pero nada de eso sucedió. La última vez que lo vio tenía su sangre en las manos y recordaba cómo las cuentas redondas y rojas del collar de Ace se habían esparcido por el suelo. Recordaba el grito de Luffy, un chillido agonizante, como si fuera él quien estuviera herido.
Antes de darse cuenta, Marco se encontraba a la entrada de la antigua casa de los Portgas. Era una construcción vieja y descuidada. Su fachada estaba descolorida. En su aturdimiento por la bebida, Marco vio una pequeña luz encendida en la casa. Anonado, como si algo lo guiara, como jalado por hilo, se acercó hasta la puerta. Imaginaba que tras aquella puerta lo encontraría. Que tocaría el timbre, y él saldría y le dedicaría una sonrisa. Después se giraría para ver si nadie lo veía, y le daría un beso tímido en la comisura de sus labios.
Marco trastabilló hasta la entrada, pero comprendió que aquella luz estaba solo en su imaginación. Por las ventanas se podía ver el interior, y estaba igual de descuidado y abandonado que el exterior. Sintió una punzada en el pecho y su rostro se contrajo en dolor. Por un momento, había creído que todas sus ensoñaciones eran verdad. Que podría haber tenido a Ace en sus brazos de nuevo. Que podría besarlo de nuevo, tomarlo de la mano. Sonrió a medias, en una mueca despreciativa. Ahora todo eso había quedado enterrado.
Como si la realidad volviera a asentarse, como respondiendo a su miseria y a su soledad, un par de gotas de lluvia comenzaron a caer. Marco soltó un largo suspiro. Admitía para sí que tenía que dejar de torturarse de esa forma, yendo a esa casa que año con año se caía a pedazos. A modo de despedida, le pareció apropiado meter en la rendija del buzón de la puerta la hoja doblada del poema que había escrito. Después de eso, dio media vuelta y se dirigió a casa.
~~ [Continuará...] ~~
Tomé como inspiración la canción Palabras de papel de Nelson Poblete. Quise poner más el feeling de la canción en el fanfic que la letra en sí misma, espero haberlo logrado. La canción la escuché por primera vez en Welcome to Night Vale, ¿alguien es fan? ;U; El poema que escribe Marco es la canción.
En México todavía es 12 de julio orlz. Espero publicar mañana más temprano. Gracias por leer y espero que lo disfrutes! Gracias a ensalaw por este evento.
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Palabras de papel (#OnePieceWeek2021) [Marco/Ace]
Fiksi PenggemarSiete oneshots enfocados en Marco y Ace en la época moderna donde ignoramos el canon. Reto de escritura #OnePieceWeek2021 del 12 al 18 de julio 2021. Week organizado por @ensalaw. Portada por PEIEN516 en twitter.