Volvió a guardar la katana, en ese momento intentó dar un paso hacia mí pero, la herida de la pierna le hizo perder el equilibrio y caer a suelo.
-¡Mierda!-dijo con la cara contra el suelo.
-Ostia¿estás bien?-pregunté intentado no reírme
-Ayudame a levantarme Nieves.-me ordenó
-Voy, jejejejje.-contesté. Le levanté del suelo con cuidado para no hacerle daño, en ese momento me miró muy seria.
-Nieves, sé.... sé quién es....-me dijo mirando al suelo.
-Selene¿quién es el hombre?-le dije cogiéndole la mano por lo alterada que me había puesto.
-Hoy lo sabrás, porque vamos a ir a verle.-me contestó. Iba a ver a un desconocido que podía haber sido quien me hubiese disparado, cada vez me alteraba más y apretaba más la mano de Selene.
-Pero¿cómo vamos a ir en tu estado?-le pregunté para ver si conseguía que no fuésemos
-Tranquila, tal y como he invocado a la katana puedo conseguir muletas.-me dijo sonriendo para que me relajara
-Selene, tengo..... tengo miedo- dije mirándola a los ojos sin soltarla de la mano.
-Lo sé, pero pasa nada, además yo estoy contigo, cogeme todo el tiempo que quieras si te hace estar más tranquila.-me dijo tranquilamente. Asentí con la cabeza, Selene se levantó de la cama y consiguió las muletas. Fuimos por la calle, debían ser las 20:00 de la noche pero, hacía sol, iba cogida del brazo sin heridas, pero lleno de cicatrices, de Selene. Llegamos al callejón, y ayí estaba, aquel hombre pero, esta vez, iba vestido de militar y llevaba unas inquietantes gafas rojas. A lo lejos aquel hombre nos divisó y sonrió a mi amiga, ella le devolvió la sonrisa mientras yo me iba poniendo cada vez más nerviosa. Nos pusimos frente a él.
-Hola, papá.-dijo sonriendole