Desde la noche anterior no paraba de observar todo lo que había a mi alrededor, excepto cuando Selene estaba conmigo, no sabia quien intentaba asesinarme así que me aparté un poco de los demás, menos de mi ángel que era la única que no podía ser el asesino. Para mi sorpresa, Selene vino a recogerme para ir al instituto, esta vez, llevaba una camisa vaquera, unos pantalones vaqueros y unos botines grises.
-¿Como es que has venido?-le preguté un poco extrañada.
-Soy tu protectora, devo estar contigo.-me dijo con tono tranquilo.
-¿Y como vas a estar siempre conmigo, si solo nos vemos en el instituto?-le dije.
-Porque voy a vivir contigo a partir de ahora.-me respondió con un poco de diversión en sus palabras, como si estuviese imaginando mi reacción.
-¡Que vas a qué!-dije alterada.
-Jajajjajajjaj.-estalló en carcajadas callendo al suelo.
-Yo no le veo la gracia.-le dije un poco más tranquila. Dejó de reírse y se levantó, me miró y me dijo.
-Me imaginaba esa reacción, hija de Poseidón.-me respondió firme pero, al mismo tiempo, sonriendo.
-No creo que mis padres dejen quedarse a vivir a una chica que no saben quien es.-respondí.
-Soy un ángel.-dijo.-Tengo mis encantos.-dijo con una mirada brillante y, después, me giñó el ojo.
-Me lo imagino.-dije, para molestarla un poco. Íbamos a girar la calle cuando, derrepente, me empujó y caí al suelo de culo.
-¡Ay!¿A qué ha venido eso?-le pregunté confundida. Pero ella no me miraba a mí, miraba a un hombre, alto,llevaba un sombrero negro, gafas de sol, un abrigo negro y zapatos de charol negros, es decir, que iba totalmente de negro.
-¿Qué pasa?-dije alterada.
-Es extraño que ese hombre sepa por donde voy todos los días.-dijo.
-Puede haber sido coincidencia.-dije.-Ayer no estaba.-añadí.
-Sí que estaba pero, siempre que me ve, da la vuelta y se va.-Respondió sin dejar de mirar a aquel extraño señor.
-Quédate aquí.-me ordenó.-Cuando se vaya, volveré a por ti.- dijo pareciendo un sargento dando instrucciones a su soldado. "Se nota que es hija del diós de la guerra", pensé. Y eso hizo salió y se fue en dirección al callejón, en cuanto la vió, el hombre, dió la vuelta y se fué. Cuando lo perdió de vista, Selene, vino, me cogió del brazo y nos fuimos, lo más rápido que pudimos, de allí.