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—¡Amor, ¿Crees que está bien si utilizo aretes?!—exclamaba Luzu a su pareja a la vez que rebuscaba un cinturón en su armario, suspirando con frustración al no obtener resultados.

—Cariño, estoy justo detrás de ti, no necesitas gritarme—respondió Auron con una sonrisa divertida. El castaño volteó avergonzado y se acercó al otro para besarle—. Sería un pecado que no utilizaras aretes—murmuró con amor sobre sus labios, observando aquellos preciosos ojos con extrema dulzura.

Para ambos era realmente increíble la forma en la que su relación se fortalecía cada día, desde conocerse a grandes rasgos hasta saber cada pequeño detalle del otro, como que Raúl no puede conciliar el sueño sin una sesión de mimos previa o que Borja adora el color amarillo porque las abejitas lo poseen.

Además, la rutina en pareja había sufrido cambios drásticos en poco tiempo. Debido a la enorme necesidad que sentían de compartir más horas con el otro, el pelinegro pidió un cambio en su horario de trabajo y logró obtener una reducción en la oficina que compensaría desde la comodidad de su hogar. Por otra parte, el mayor llevaba varios años trabajando desde casa, por lo que simplemente realizó unos pequeños arreglos.

—Ayúdame a escoger—pidió amablemente, llevando sus manos a las mejillas del más bajo para acariciarlas.

—¿No prefieres darme una sorpresa?—inquirió, colocando sus manos en la cadera de Luzu para bajarlas lentamente con la intención de parar en otro sitio.

—No—respondió sin más con una sonrisa traviesa, imitando la acción de Auron para tocar su trasero.

—Eres un pervertido, ¿Lo sabes?

—¿Por tocar lo que me pertenece? Tal vez—respondió con coquetería, acercándose al cuello del moreno para comenzar a dejar suaves besos allí.

—Cielo, tenemos cosas que hacer—recordó en un tono bajo, intentando ocultar las reacciones naturales que aquella acción provocaba en su cuerpo—. No quieres llegar tarde—agregó luego de soltar un pequeño gemido cuando sintió una mordida en su piel.

—Tranquilo, no pasaré los límites—respondió con tranquilidad. Sostuvo por los hombros al más bajo y lo guío lentamente a la cama—. Siéntate aquí y dame un minuto, debo buscar los aretes—pidió con una dulce sonrisa.

—¿Estás enfadado?—inquirió preocupado, nuevamente al sentirse mal por la situación que pudo llegar a más si no fuese por su interrupción.

—¿Otra vez con esas tontas dudas? No, mi amor, no estoy enfadado y nunca lo estaré—contestó con ese tono de voz tan reconfortante que solo él sabía utilizar—. Por favor, no te atormentes con todo este tema.

Auron soltó un suspiro y asintió, molesto consigo mismo por ser  tan inseguro y tímido. Esperó unos segundos hasta que su pareja volvió y sonrió cuando se sentó sobre su regazo.

—Vale, he traído pendientes largos, perlas y aros—. Se los enseñó en detalle y seguido dirigió su mirada al rostro ajeno para observar su reacción—. Si crees que son demasiado llamativos los cambiaré.

—Todos me parecen preciosos... pero las perlas lucen tan delicadas—. Sonrió mientras soltaba aquello y miró los ojitos de su pareja con cariño—. Utiliza esas.

Luzu no respondió y, en su lugar, lo atrajo aún más para comenzar a besarlo. Se acomodó en su sitio y finalizó el momento con una adorable sonrisita.

—¿Seguro que quieres ir? Podemos quedarnos aquí y besarnos hasta quedar dormidos—propuso el castaño con un tenue sonrojo.

—Es tarde para arrepentimientos, bebé.

8 noches [Luzuplay +18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora