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Parte 1/2

¿Qué podría ser peor que una fiesta en casa de Vegetta? Fácil: una fiesta en la playa.

Era el cumpleaños del más alto del grupo de amigos y, como era de esperarse, necesitaba realizar un llamativo evento. Debido a que su novio le había dado un gran y rotundo no a la propuesta de hacerlo en su casa, Rubius tuvo la maravillosa idea de hacer la fiesta en una localización bastante particular. Aunque también era una buena excusa para ver a Vegetta bailando con ropa escasa.

Luzu y Auron irían juntos, pues en el último mes no habían podido separarse del todo. El mayor adoraba buscar al pelinegro a la salida del trabajo y llevarlo por ahí para besarlo y mimarlo a gusto, y el más bajo solía pasar por la mañana para desayunar juntos. Lejos de lo que se podría pensar, ellos jamás se aburrían del otro, incluso si no sabían de qué hablar, el simple hecho de estar juntos era suficiente.

—Amor~—llamó Luzu al hombre sentado a su lado, quien se encontraba bastante concentrado en su teléfono.

—¿Sí, precioso?—respondió con voz melosa, girando su cuerpo y dejando el aparato a un lado para prestar completa atención a su amado.

—¿Me ayudarías a escoger qué usar esta noche? Tengo unas opciones en mente, pero tal vez sean muy... muy...

—¿Muy...?

El castaño soltó un bufido de frustración y se sentó sobre el regazo del menor, recibiendo una mirada confusa por su parte. Auron acarició su mejilla y besó su cuello con suavidad, esperando a que diga algo.

—Bueno... verás, son prendas bastante cortas y creí que, tal vez, te molestaría que las usara—habló, disminuyendo la intensidad en su tono de voz de a poco y soltando lo último más como pregunta que como afirmación.

El menor comenzó a reír apenas terminó de oír aquella tontería. Picó la naricita de Luzu y le plantó un besito allí.

—Tendría que ser un idiota para molestarme por eso—. Buscó la mirada contraria y, al no conseguir unirla con la suya, rio nuevamente—. No debes pedir permiso para usar lo que desees, tesoro. Además, podría apostar a que será una vista preciosa—bromeó amoroso.

—Supongo que he dicho una estupidez— respondió tímido. Se levantó de su sitio y ayudó al otro a pararse—. Vamos a mi habitación, me ayudarás a encontrar algo—. Se besaron nuevamente y caminaron hasta su destino, que quedaba a unos cuantos metros, para comenzar su tarea.

—De acuerdo, yo buscaré en el lado derecho y tú en el izquierdo. Puedes escoger lo que más te guste y luego intentaremos crear algo bonito—explicó el mayor con una notable emoción, pues le encantaba la idea de obtener ayuda por parte del pelinegro y, más que nada y aunque no lo admitiría, moría por "modelar" frente a aquel hombre que lo traía muerto de amor.

Auron asintió y comenzó con su labor. Al principio intentaba tomar la ropa con ciudado para no crear un caos y multiplicar su trabajo, pero se le hizo imposible luego de alrededor de media hora. Había encontrado al menos diez prendas que le encantaron y algún que otro accesorio adorable.

—¿Cómo te va?—preguntó Luzu de repente, abrazándolo por la espalda y colocando su rostro en su hombro—. Oh, veo que ya encontraste bastante—comentó luego de ver sus manos repletas—. Yo aún no me decido, pero creo que podremos hacer algo con lo que tienes ahí abajo.

—¿Sabes que eso ha sonado muy mal?—murmuró reprimiendo una risita.

—¿Qué?—cuestionó confundido el mayor, haciendo una mueca al no haber entendido a qué se refería su acompañante.

8 noches [Luzuplay +18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora