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Parte 1/2

La infidelidad siempre duele. Sí, a pequeña o gran escala, pero nadie logra salvarse del daño. Engañar a la persona que amas es, probablemente, uno de los actos más repulsivos y bajos que puedes realizar. Pero ver a tu pareja a los ojos y continuar con la mentira es aún peor. Al menos así lo veía Luzu.

Es cierto que ni era pareja de Auron ni tampoco lo amaba aún, pero la culpa de haber estado con Alex apenas unos días antes de aquella espléndida cita no lo dejaba dormir. No sabía qué hacer: por un lado quería hablarlo con el más bajo, pero, por otro, temía perder aquel vínculo amoroso que comenzaba a formarse entre ambos.

—Hola, Willy, ¿Cómo estás?—preguntó cuando el peliblanco cogió la llamada.

Había tomado una decisión, a medias, y era pedir consejos a sus amigos.

—¡Luzu, hombre! Muy bien ¿Tú?—respondió con entusiasmo—¿Qué ha pasado para que decidas llamar a tu mejor amigo?

—Me alegro y... hum, bien... creo—habló con algo de confusión en su voz—. Quisiera saber si podemos salir a... ya sabes... ¿beber?—inquirió dubitativo.

Giró en la silla de su oficina y colocó sus pies sobre el escritorio, rescostando su cuerpo lo más que pudo hacia atrás.

—Espera un segundo, ¿El inocente Borja quiere salir a emborracharse? ¿estás bien?—bromeó con una risita y al fondo se escuchó una diferente, la de Fargan—¿Quién eres y qué hiciste con mi bebé?—siguió con la broma.

Luzu soltó una risita encantadora, logrando calmar su propia tensión.

—Lo digo en serio, tonto. Necesito hablar contigo—habló con más seriedad—, y con Fargan, claro.

—De acuerdo, cariño. Pasaremos por ti en la noche, ponte guapo.

El mayor sonrió sonrojado y colgó sin responder. Sabía que ir a beber solo sería una excusa para ponerse ebrio hasta olvidar su vergüenza y, si los dioses querían, lograr hablar con Auron y disculparse.

En otro lugar de la ciudad se encontraba el pelinegro hablando con sus compañeros de trabajo sobre el maravilloso chico que estaba conociendo.

—Creo que alguien se ha enamorado—canturreó uno de sus subordinados—. Pronto cambiarás tu oficina a tu casa, pasarás todo el día con tu amorcito y ¡Oh por Dios! Te olvidarás de nosotros por completo—dramatizó.

Auron soltó una sonora y auténtica carcajada y comenzó a negar con su cabeza.

—Uno: no estamos enamorados y dos: no haría eso jamás—se defendió una vez que su risa cesó—. Apenas comenzamos a salir y, aunque me encanta su sonrisa, el brillo de sus lindos ojitos al hablar de lo que le interesa, su personalidad tan amable y encantadora, su rostro inocente, su... su... ¿Qué decía? Me he perdido—murmuró avergonzado. Sus mejillas se pintaron de un tenue color rojo y se encogió en su silla.

—Definitivamente te hemos perdido—expresó esta vez una compañera—. Por cierto, te ves muy feliz y todos estamos muy alegres por eso—cambió de tema y junto a eso el tono de su voz, haciéndolo mucho más suave—. Cuida muy bien a ese chico y asegúrate de que él también lo haga—. Se acercó al pelinegro y alborotó su cabello para luego volver a su puesto—¡Continúen su trabajo!—exclamó antes de sentarse.

Los demás obedecieron, excepto el moreno, quien decidió enviarle un mensaje al chico que lo traía en las nubes.

"Te ves precioso. No te he visto, pero lo sé"

Sonrió y, ahora sí, continuó con su amado trabajo. Ese día sería bastante tedioso y lo único que necesitaba era un mensaje de Luzu. A los pocos minutos lo obtuvo: una hermosa foto de cuerpo completo del castaño. A simple vista se notaba que estaba utilizando una pijama con unas coloridas medias. Auron juró que era la foto más preciosa que había visto

8 noches [Luzuplay +18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora