Si te muestro lo que oculto bajo mi capa
¿Me querrás después de saber lo que soy?
Ruby se ha escondido durante toda su vida. Huye cuando se siente en peligro y aulla a la luna cuando nadie la ve.
Pero pronto ya no tendrá escapatoria. Pues ahora, e...
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—Tu madre —murmuró el enano con perplejidad mientras alzaba las manos hacia su rostro— ¿Tu madre es Rizos de Oro? ¿La condesa?
—¿Condesa?
—Si —pronunció Arturo— Tiempo después de los primeros ataques, una joven de una aldea remota proporcionó información a la guardia real sobre que los lobos podían adoptar forma humana, facilitando su caza. Gracias a dicho acto, se le otorgó el titulo de condesa hace un par de años. Aunque nadie ha sabido de ella en mucho tiempo —puntualizó el príncipe.
—Mejor para mi —murmuró la caperucita sin atreverse a levantar la mirada— Ya no me importa lo que le pase, dejó de ser mi familia hace ya mucho tiempo.
Ambos quedaron nuevamente en silencio.
—Entonces ¿Todo era mentira? ¿Lo del viaje y tu abuela? —murmuró el enano con un claro tono de decepción.
A Ruby se le oprimió el corazón al escucharlo hablar así. Tanto, que por momentos deseaba que cambiara esa actitud por una rabieta de enojo, en lugar de trasmitir un sentimiento de traición.
—Eso era verdad —dijo como pudo— Y sigue siendo verdad.
Arturo elevó su cabeza y la miró entristecido.
—Se que no tienes motivos para creerme después de lo que hice, pero no miento, no esta vez —quiso abogar Ruby— Después de que mi madre nos abandonara, mi padre y yo nos trasladamos al único lugar en el que los hombres del rey no podrían encontrarnos, Nottingham.
El enano permaneció en silencio y asintió.
—Antes, Nottingham era una pacifica ciudad protegida por Robin Hood, el mayor enemigo del príncipe Juan. El cual, cuidaba a las criaturas del bosque de Sherwood y robaba a los ricos para ayudar a los pobres. Pero luego... no se que lo hizo cambiarse de bando, pero comenzó a cazarnos sin descanso —relató la caperucita— Le dio muerte a casi todos los miembros de mi raza... incluido mi padre.
—Espera un momento, tu me dijiste que tu padre había muerto hace un año. Si lo que dices es cierto, ¿Por que tardaste tanto en venir?
—Regina.
—¿Qué?
—Por la culpa de la reina Regina. Tenía bloqueados los accesos al Reino Blanco, y no fue hasta que la princesa Blancanieves regresó, que pudieron abrir los caminos de su antiguo dominio.
