Capítulo VIII: En la boca del lobo

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Ruby salió corriendo dirección a la casa, sin importarle que los chicos se le quedarán viendo con un auténtico semblante de confusión.

No tenía tiempo para preocuparse por ello. Solo quería regresar a las confortables paredes de roca y esconderse ahí hasta que sus emociones dejaran de abrumarla.

En ese instante, ella era un auténtico huracán, no sabía si sentía miedo o enfado, o alguna extraña combinación entre ambos.

Por un lado, le aterraba el hecho de haber estado conviviendo por dos días seguidos, con un grupo de héroes que podían capturarla si se disponían a hacerlo.

Y por el otro, hace menos de cinco minutos, acababa de toparse de bruces con Robin Hood, el cazador de lobos por excelencia, mismo, que una noche de luna llena asesinó sin piedad a su padre.

Y aunque estaba mortificada por ello, no podía evitar tener pequeños arrebatos de ira, en donde una vocecita macabra proveniente del fondo de su cabeza, le susurraba que le clavara sus garras al arquero, y lo destrozara en pedazos por todos crímenes que había cometido.

—¡Ruby! —escuchó como la llamaban a la distancia.

Pero ella siguió firme e ignoró el llamado.

Abrió la puerta de madera de la casa, tomó su cesta de la cocina y rápidamente se desplazó hacia el cuarto en donde había pasado la noche anterior. Atrancó la puerta con un mueble para evitar que alguien pudiera entrar furtivamente y después se sentó en la cama y repitió su ya conocido ritual.

Sostuvo los bordes de su capa y se envolvió en ellos, como si fuera un capullo a punto de florecer. Y comenzó a tararear una suave melodía mientras aspiraba los olores atrapados entre las telas escarlatas. Ese característico aroma a pasto y tierra húmeda.

Su mente poco a poco empezó a disiparse.

Como una nube gris después de una horrorosa tormenta.

Más, el llamado de unas voces la hicieron volver a la realidad.

—Ruby ¿Estas bien? ¿Qué ocurrió? —identificó la voz de Hans.

—Fue ese estúpido de Hood —aseguró Jack.

La caperucita se resistió en un principio a la tentación de abrir la puerta. Pues los chicos sonaban en serio preocupados. Sin embargo, solo se decidió a hacerlo cuando escuchó que el arquero por fin se había marchado.

Retiró el mueble de su camino intentando no hacer mucho ruido y con cuidado abrió la puerta. Y vio que Jack, Hans, Pino y Kio se encontraban detrás, viéndola con suma preocupación.

Ruby quiso hablar primero para brindar alguna excusa, pero los enanos le ganaron en ello.

—Disculpa por lo de Robin, es un tonto, se nota que te puso muy incómoda —explicó Hans.

—No sabe cómo tratar apropiadamente a una damisela —canturreo Jack.

—Totalmente —agregó Pino.

—No, no, se preocupen —la chica tartamudeo un poco— Estoy bien, nada de que preocuparse.

Si bien, ella quería mantener una actitud calmada para no levantar sospechas, la idea de tener en frente al grupo de héroes mas grande en toda la Isla de los cuentos de hadas, no era algo fácil de digerir.

Sobretodo por su actual aspecto rechoncho y verde, que difería en gran medida, al que se describía en todas sus hazañas y aventuras.

Lo cual causaba un pequeño atisbo de curiosidad en su mente, aunque prefirió no hacer cuestionamientos con respecto a ello. Y limitarse a asentir con la cabeza cuando los enanos le preguntaban por su estado actual.

Pero hubo algo que no pudo evitar preguntarles, y de esto dependería las acciones que fuera a tomar.

—¿Qué relación tienen con Robin Hood?

Los chicos se miraron entre si antes de responder.

—Bueno... lo conocimos hace un par de años atrás, cuando prestamos nuestros heroicos servicios en Nottingham —empezó a relatar Hans.

—En ese entonces el no era muy... —Jack buscó las palabras para darse a entender— Agraciado que digamos, pero quería formar parte del grupo. Decía que era muy habilidoso con el arco y que podía ser un buen apoyo para el equipo.

—Pero lo rechazamos —explicó Kio— Le dijimos que no iba con el aspecto de los siete valientes y que no era lo bastante bueno.

Los cuatro se vieron avergonzados después de decir eso, como si estuvieran arrepentidos por semejante actitud.

—El se enojó con nosotros y después de un tiempo, nos enteramos que se hizo muy famoso cazando las bestias del bosque de Sherwood.

El corazón de Ruby palpitó fuertemente de nueva cuenta.

Se volvió un héroe. Pero jamás nos perdonó por haberlo rechazado, se hizo rencoroso, arruinó algunas de nuestras batallas y ahora cada vez que nos vemos, aprovecha para crear problemas —concluyó Pino.

Ella parpadeó un par de veces, con rapidez y después terminó de digerir la información.

—Entonces, ¿Me dicen que Robin Hood los odia por haberlo rechazado cuando era feo? —dijo con incredulidad, y ahora que lo había dicho en voz alta, sonaba mucho mas absurdo y disparatado.

—No es algo de lo que nos sintamos orgullosos —admitió Kio.

—Y créeme que lo estamos pagando —murmuró Jack mientras tomaba sus mejillas verdosas y las sacudía lentamente de un lado a otro.

Ruby se quedó en silencio. En definitiva no era la explicación que estaba esperando, pero si era la que necesitaba para sentirse mas tranquila.

Sin embargo, ahora tendría que esperar un poco mas de tiempo hasta que Robin dejara de merodear por los alrededores del bosque.

Seguiría excusándose con lo de la herida en su brazo, pero si las cosas comenzaban a dificultarse o si la luna llena la alcanzaba, había muy pocas posibilidades de que todo saliera según lo planeado.

Cada vez su viaje se veía mas como una misión imposible, que una visita a su abuela.

Los 5 salieron de la habitación y regresaron a la cocina, en donde estaba Noki arreglando el hueco que había dejado la flecha de Hood. Sin embargo, no había ni rastro de Arturo y eso extrañó a Ruby.

Pero de nueva cuenta, evitó hacer preguntas y prefirió sentarse a desayunar los waffles que había preparado Hans antes de que su comida fuera brutalmente interrumpida.

Después de todo, no quería tener mas sobresaltos, y si no mal recordaba, Arturo fue quien le dijo a Robin, que si los 7 valientes tenían la oportunidad de capturar a ese lobo antes que él, no dudarían en hacerlo.

Y esas palabras no abandonaron la cabeza de Ruby durante un buen rato.
















Caperucita roja y los seis enanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora