Capítulo 7: Mai Zteia

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—¡No se que sea eso, pero lo quiero!—Phoebe le arrebató de las manos a Irving un vaso y se apresuró a llevarlo a su boca con la misma ansia de una persona que lleva semanas sin comer.

—No hay problema. —dijo Irving de forma pasiva, cosa que me tomó por sorpresa porque esperaba que empezara a gritarle a la chica sobre su poco respeto por pertenencias ajenas—Disfruta mi enjuague bucal de todas formas estaba buscando donde tirarlo.

Los ojos de Phoebe ahora estaban en Irving mientras alejaba lentamente el vaso de su boca y caía en cuenta de que el agua que ahora estaba en sus mejillas infladas no era el agua. Tiró el vaso lo mas lejos que pudo y escupió todo el líquido en la espalda de Irving que se había volteado a recoger unos libros de la mesa.

Que no era una mesa del todo, más bien era un trozo de tronco que quedaba de un árbol cortado y Irving se adueñó de él. Después de desayunar me lo topé saliendo de la tienda de los documentos con tinta y papel bajo el brazo. Cuando le hice saber que podía encontrar fácilmente aquello en el Pequeño Palacio él me informó que se quedaba en el campamento y no viajaría al otro lado de la Sombra por lo que necesitaba algo en que perder el tiempo mientras Phoebe y yo estábamos fuera.

Por más que pregunté se limitó a decirme que era una medida de seguridad, los esquifes iban con la cantidad de personas necesarias y que el haría más falta aquí. También mencionó que sospechaba que Iván solo le permitió ir para que se callara y no pensó muy bien que hacer con el después. Y como se le veía de buen humor y eran órdenes de arriba solo me quedó familiarizarme con la idea de que mi única compañía sería Phoebe.

—Dime que estás bromeando.—balbuceó la rubia después de escupir unas cuantas veces más, no se atrevía a volver a meter la lengua en su boca y le costaba pronunciar correctamente y hacer muecas de asco a la vez.

Sorpresivamente Irving le mostró una sonrisa y no le riñó.

—Ahora tendrás una parte de mi contigo.—sonrió Irving.

—¡Eso es antihigiénico!—chilló Phoebe—¡Puedo incubar un virus o no se alg...!—se calló de golpe y masajeó sus sienes—Como me gustaría gritarte todo lo que pienso pero tengo la cabeza a punto de estallar. No vuelvo a tomar nunca.

—Así que ahogando tus penas en alcohol—fruncí el ceño—Phoebe hoy tienes que dirigir un esquife, ¿de verdad crees que es un buen momento?

—Creo que estaría muy bien ahogar a Kayleb en un río.—fantaseó—¿Alguien puede conseguirme un café, un té o algo que me ayude con mi garganta seca?

—La tienda comedor está allí. Mueve el trasero y procura volver totalmente despejada porque si Ivan tan solo se huele el estado en el que estás te hará un informe.—advertí.

—Me esperaba eso de Irving pero no de ti, Lissa. Me decepcionas.—Phoebe se sentó a mi lado en el suelo y hundió la cabeza entre sus rodillas—Y no puedo entrar al pabellón Grisha me salté el conteo matutino.

—¿Tenemos conteo matutino?—pregunté.

—Únicamente Phoebe.—respondió Irving extendiendo una hoja blanca en la mesa improvisada—Iván no mentía cuando dijo que la tendría en la mira y ella no hace nada por mejorar su reputación.

—Pero igual tendrás que enfrentarlo.

—Trato de ignorar esa verdad hasta que no me quede más remedio, Lissa.

—Bueno ve a la tienda comedor del Primer Ejército algo te darán, Phoebe—sugerí.

—Nah, Phoebe no es amiga de ninguno de los que estan de turno en el desayuno así que solo la echaran a patadas porque ese no es su sitio.

Dulce Penumbra |Sombra y Hueso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora