5:

4K 315 14
                                    

Nuestra meta era simple: Encontrar un empleo. No pedíamos mucho, pero sí algo que sirviera para que Jacob pudiera sustentarse de la mejor manera. Aunque nuestra relación fue calmándose con el pasar de los días, aún era muy reciente todo como para acercarme demasiado o abusar de la confianza. Jacob me echaba en cara lo que había pasado, pero sólo cuando se frustraba y yo trataba de decirle que todo iba a estar bien. Fuera de eso, a veces sonreía.

Incluso, poco tiempo después, sentí miedo por el hecho de que estaba acostumbrándome tanto a su compañía, y no sabía cómo acabaría todo. Lo que sí era seguro, era que, al final, yo tendría que irme. Una vez la vida de Jacob estuviese arreglada, yo debería partir. Pero para eso, sentía que faltaba mucho.

―¿Y? ―le pregunté cuando lo vi salir del edificio donde habíamos asistido esta mañana.

Él negó con la cabeza, deshaciendo un poco el nudo en su corbata. Me costó mucho convencerlo de usar un traje, pero finalmente lo conseguí. Pero eso no impedía que nos cerraran la puerta en la cara una y otra vez. ¿Es que acaso nadie necesitaba alguien con el intelecto de Jacob para su empresa?

Caminamos hasta el banco; Jacob quería consultar su cuenta, saber cuánto le quedaba. Aunque nadie podía verme, decidí quedarme afuera; era lo mejor.

―¿Cuánto? ―pregunté cuando salió.

―Se acabó. ―Jacob agachó la mirada, terminó de quitarse la corbata y caminó por la vereda. Mi mente buscaba algo para solucionar el problema, rápido.

―¡Jak... Jacob! ―grité cuando siguió caminando sin esperarme.

Me uní a él y, como en los últimos días cuando se acababan y no conseguíamos nada, caminamos en silencio. Pero esta vez, la dirección era diferente. No íbamos a su casa. Terminamos por llegar a un bar. Jacob entró sin dudarlo, yo lo seguí.

Adentro, la música era suave y no había mucha gente, típico de un miércoles. Unos cuantos bebían en la barra, otros estaban en mesas pequeñas coqueteando con alguna chica o simplemente conversando entre amigos. Me senté en un taburete al lado de Jacob, quien había pedido una cerveza. El bartender se la sirvió enseguida.

―¿Mujeres? ―preguntó el hombre detrás de la barra.

―Bueno fuera... ―contestó Jacob.

―¿Cuál es tu historia? ―volvió a preguntar el otro hombre.

Jacob me miró de reojo, yo solo seguía ahí, sentada, pendiente a su respuesta.

―Me estafaron, perdí todo, busco empleo, y por un año no he encontrado nada.

Sus palabras iban dirigidas más a mí que al bartender. Siempre volveríamos a lo mismo.

El bartender levantó una ceja y frunció los labios, dándole a Jacob una mirada comprensiva.

―¿Seguiremos así? ―le pregunté. Jacob me miró de reojo y rió agriamente.

―¿Me devolverás mi vida? ―cuestionó.

Para cuando respondió, ya se había bebido tres botellas. Abrí la boca para responder, pero fui interrumpida.

―Me gustaría, hermano ―dijo el bartender―, pero ya te la bebiste.

Jacob sonrió, me giré en el asiento, dirigiendo mi visión hacia las demás personas del bar.

Horas más tarde, Jacob estaba totalmente ebrio. Yo seguía molesta, en parte porque él no dejaba de mirarme acusatoriamente, y en parte porque se estaba gastando de una manera estúpida el poco dinero que le quedaba.

Amor O Castigo [AOC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora