Esa alegría y esa mirada de Anna cada día que veía a Jacob pasar por esa puerta empezaba a incomodarme. Afuera, la lluvia empañaba el cristal y empapaba a Jacob.
―Buenos días ―dijo Jacob, a la vez que se quitaba la chaqueta mojada―. ¿Cómo va todo?
―Buenos días ―respondió ella―. Todo bien. Pensé que ya no llegabas.
―Me gusta la lluvia ―comentó Jacob.
Anna sonrió.
―A mí me encanta la lluvia ―dijo ella.
―Qué coincidencia ―dije. Jacob soltó una risita.
―Por cierto ―habló Anna, antes que el silencio fuera incómodo―, toma. ―Se acercó y le entregó a Jacob un sobre.
Jacob lo abrió. Era dinero.
―Es el adelanto del que me hablaste ―explicó ella―. Le envié al gerente tu trabajo, lo revisó y le gustó. Dijo que confiaría en ti.
―Oh... ―Jacob sonrió confundido, o sorprendido―. Gracias.
Anna sonrió en respuesta.
La mirada que Anna le daba, me parecía un espejo. Era prácticamente la misma cara que yo he de haber puesto en el pasado.
Una noche, Jacob me invitó a salir, cumplíamos dos meses juntos. Él planeó todo. Le dije que era muy apresurado celebrar algo tan temprano en el tiempo juntos, me dijo que no importaba. Él también me dijo que si me quería, me lo demostraría al momento, no esperaría dos o diez años. Jacob tenía la forma de expresarse sin importar nada, y eso no era más que otra de las tantas cosas que aún me gustaban de él.
Apuesto que aquella noche, puse la misma cara que Anna tenía en este momento.
―Y... ayer arreglé mi maleta ―dijo Anna de forma casual cuando Jacob se sentó frente a la computadora―. No creerás lo que hizo mi gato ―agregó con diversión.
―¿Qué hizo? ―preguntó Jacob con una sonrisa.
Me acerqué a ellos y me subí al mostrador, como hacía todos los días desde que Jacob había comenzado a trabajar ahí.
―Pues... ―la sonrisa de Anna se desvaneció un poco. Quizá no encontraba la forma de decirlo con humor―. Tomó mi blusa favorita y la dañó. ―Rió sin ganas.
Jacob la acompañó en la risa. El momento se tornaba incómodo. Yo tenía ganas de reír... y lo hice.
―No empieces ―me dijo Jacob.
―¿Qué? ―preguntó Anna.
―Que... seguro no quiere que te vayas.
Anna alzó una ceja.
―Tu gato ―dijo Jacob―, seguro no quiere que te vayas.
―Ah... Claro. Creo que le compraré un pez mascota o algo así.
Al igual que Jacob, Anna tampoco era buena para las bromas.
Al caer la tarde, después de almorzar, volvieron a tocar el tema del viaje. Anna dijo que le encantaría que llegara el día en que estuviera en la feria. Jacob la veía con una sonrisa en la cara.
―Será increíble ―dijo Anna mirando a Jacob.
―Apuesto a que sí ―contestó él―. ¿Te emociona mucho, verdad?
―Demasiado...
Jacob se quedó callado, quizá creyó que era el fin de la conversación.
―Me gustaría volver a estudiar. ―Anna retomó la palabra. Me acomodé en mi asiento. Jacob levantó la mirada―. Sí ―afirmó Anna―. Quisiera estudiar algo relacionado con la botánica.
―Eso es... muy bueno ―le dijo Jacob―. Tienes las ganas, conviértelas en acciones.
―Jacob dador de consejos ―le dije. Él me miró y rodó los ojos.
―Solo necesito un año más ―continuó Anna―. Un año más y tendré dinero suficiente para los primeros tres semestres.
―¿Y luego?
―Ya me las arreglaré.
En ese momento, cuando iba a decir algo para ponerle humor al momento, alguien pasó por la puerta. Era Alex.
―¿Anna? ―saludó él. Cuando la vio, se le acercó y le dio un beso en la mejilla.
―Alex, hola.
―Nena, necesito...
Alex vio a Jacob, el cual le devolvió la mirada, una mirada tan fría que casi sentí como la temperatura bajaba.
―Necesito... un ramo de...
Alex no apartaba la mirada de Jacob.
―¿De... qué? ―preguntó Anna, atenta a la mirada que compartían los dos hombres.
Bajé de golpe del mostrador y me paré junto a Jacob, quien seguía sentado.
―Hola, Alex ―le dijo Jacob con voz gruesa.
―¿Qué tal?
Increíblemente, eso fue todo lo que dijo... antes de voltearse a pedirle a Anna algo. En la nuca, Alex, tenía un tatuaje extraño. Mi mente se disparó buscando algo, como sabes que has visto algo anteriormente, pero no recuerdas dónde, ni cómo era precisamente.
―Buenas tardes ―dijo Alex, mirando a Jacob. Pero su mirada viajó hasta mí, entrecerró los ojos y luego sacudió la cabeza.
―Adiós ―le respondió Jacob, y Alex se fue.
Sentí algo en mi mano, y de inmediato noté que estaba acariciando el hombro de Jacob, y él tenía su mano sobre la mía. Pero no duró mucho tiempo. En seguida su mano tocó su hombro, dejando la mía en el aire... como siempre.
―¿Estás bien? ―le pregunté en voz baja.
―Sí. ¿Estás bien tú? ―me miró de reojo.
―Creo ―respondí.
―No sé si sea de mi incumbencia ―dijo Anna acercándose al mostrador―, pero... ¿pasa algo entre tú y Alex?
Jacob fingió una sonrisa. Lo noté al instante. Su sonrisa era única, y jamás le quedaría una sonrisa falsa en la cara. Aunque increíblemente, lo veía aún hermoso.
―Nada de qué preocuparse ―dijo él. Anna alzó una ceja―. Ya se nos pasará.
No entendí por qué dijo eso, si bien sabíamos que no se volverían a hablar. No porque no quisieran, sino porque Alex estaba decidido a darle a espalda. Y Jacob no pretendía aguantar eso por más tiempo.
―Voy a... ―Anna se rascó la cabeza―, comprar algo. ¿Quieres que te traiga alguna cosa? Un helado, ¿tal vez?
―Yo quiero ―dije en voz alta, luego me reí.
―¿Oíste eso? ―le preguntó Anna a Jacob. Paré de reírme.
Jacob se puso de pie, nervioso.
―Un helado, sí, ron-pasas, está bien.
―Eh, claro...
Anna salió de la florería algo confundida.
―Amber ―me dijo Jacob, lo miré―. ¿Qué está pasando?
―¿De qué hablas?
―Vi como Alex miraba, como si te estuviese viendo, y ahora Anna te escucha, porque sabemos que fuiste tú lo que escuchó.
―Creo que... ―busqué una buena respuesta, pero no la tenía. Ahora, más que nunca, estaba completamente confundida―. No lo sé.
―Desearía que esas palabras no existieran ―dijo Jacob resoplando y volviendo a sentarse―. Es desesperante no saber algo. Y más cuando afecta a alguien a quien quieres.
Jacob tenía la mirada perdida en algún lugar de la pantalla de la laptop, perdiéndose por completo de la escena a la que pertenecía, y en la cual había dicho aquellas palabras que removían cosas aún en mí. Jacob me quería. Aún me quería. Y yo me negaba a creerlo, hasta que él me lo recordaba en cada ocasión, y con un acto muy simple y significativo. Sin embargo, la felicidad que pronto crecía en mí, asimismo se desvanecía bajo el peso del pensamiento de una despedida, de un último adiós.
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Amor O Castigo [AOC #1]
Paranormal"Morir, fue solo el inicio de su nueva vida." Amber no se imaginó el giro que daría su vida, y es que despertarse como si nada luego de recibir un tiro en la frente dejaría a cualquiera desorbitado.