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Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco...

El goteo no se detenía, era como si alguien se hubiese olvidado de cerrar bien el grifo.

―Ya debería estar despierta ―escuché la voz de Irene―. ¿Y si...?

―No. ―Cortó la voz de Matt.

―Despertará ―no distinguí quién hablaba.

Las gotas se caían a lo lejos, pero el sonido retumbaba. Un eco; eso era lo que oía, el eco de gotas cayendo contra un charco.

Aunque quise abrir mis ojos de golpe, no pude. Tuve que hacerlo lento, y parpadeando varias veces.

―Se los dije ―volvió a hablar la voz que no distinguía.

―Amber ―el murmuro de Irene me hizo desviar la vista hacia ella, que se arrodillaba a mi lado.

Parpadeé un par de veces más y me senté con ayuda de Irene. Matt estaba de pie a un par de metros de mí.

―¿Cómo te sientes? ―preguntó él.

Asentí, porque no podía formular palabras sin que todo mi cuerpo doliera.

La débil luz de una vela alumbraba el lugar, resaltando la mandíbula de Matt. De las sombras salió un hombre, al principio me asusté bastante hasta casi gritar, luego vi que era el brujo. Él vino decidido a sentarse a mi lado. Noté que había estado acostada en el suelo, con una camiseta envuelta como almohada.

―Nos volvemos a ver ―me dijo.

Intenté una sonrisa.

―¿Dónde estamos? ―mi voz salió más baja de lo que esperaba.

Brent sonrió y luego miró hacia lo oscuro. Luego de chasquear los dedos, la luz de la vela se hizo dos. El fuego apartado se elevó en el aire y siguió el camino entre lo oscuro. Otro chasquido y, la pequeña bola de fuego, pareció explotar, iluminando todo.

Era un tubo gigante. Con un camino de agua en el suelo. El camino terminaba donde estábamos nosotros, con una pequeña isla de concreto. A los lados del camino de agua había veredas, por una de ellas corría una rata. Estábamos en una alcantarilla. Nunca había estado en una antes, pero sabía que era una porque la vi en una película alguna vez.

―¿Qué hacemos aquí? ―mi voz se recuperaba.

―Aquí es seguro ―me dijo Irene.

―Por ahora ―agregó Brent.

Matt se pasó la mano por el pelo y luego se alejó. El fuego que había iluminado la alcantarilla se extinguía rápido, dejándonos nuevamente bajo el resplandor de la vela.

―¿Qué pasó? ―le pregunté a Irene.

―Fuimos por ti al parque ―me dijo ella, como si yo no recordara―, después fuimos a la casa y nos encontraron los...

―Cazadores de guardianes ―dijo Brent. Irene lo miraba fijamente―. Ese es su nombre, o al menos así los conozco yo.

―Bueno, ellos ―dijo Irene―. Tuvimos que irnos. De no ser por ti, no lo hubiésemos logrado ―esto último fue para Brent. El solo asintió.

―Entre nosotros nos ayudamos ―mencionó él, mirándome y sonriendo.

No pude decir más porque Matt nos pidió guardar silencio.

Escuchamos algo parecido al sonido producido cuando alguien arrastra una vara de hierro sobre el asfalto de la carretera. Por instinto miramos al techo, el sonido estaba sobre nosotros. Era como si se arrastrara la vara en círculos.

Amor O Castigo [AOC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora