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Un par de días después, Jacob recibió la llamada del Gerente del Banco Internacional. Había dejado ahí su hoja de vida mucho tiempo atrás, y por eso le sorprendió la llamada.

En la entrevista nos fue mucho mejor que en la anterior. El señor Bernard, gerente del banco, recibió a Jacob con mucha simpatía. Yo solo trataba de calmar las ansias de Jacob. Su mente era un remolino que siempre terminaba en una conversación sobre su pasado. 

―Bien ―dijo el gerente. Jacob no paraba de tocarse los dedos, nervioso―. Veo que cumples con todo.

El señor Bernard levantó la cara con una sonrisa complaciente.

―Eso es bueno ―contestó Jacob con torpeza.

―Haré un par de llamadas y te notificaré si el puesto es tuyo.

Él volvió a sonreír y tuve que ser yo quien devolviera el gesto, ya que Jacob estaba casi congelado.

Durante la entrevista, se tocaron temas solo laborales, algo que nos brindó cierta comodidad a ambos. Jacob no quiso responder cuando rozaron el tema que me involucraba, sin embargo, y a diferencia del tipo del banco anterior, éste no profundizó en ello y siguió con la entrevista.

Al parecer Jacob era muy conocido, pero nadie había querido hacer negocios con él o darle trabajo, más que nada por el rumor que se había esparcido sobre que Jacob tenía algo que ver con los estafadores.

―Estaré atento al teléfono ―dijo Jacob muy animado y bromista. Rodé los ojos. El señor Bernard le correspondió con una risita.

Cuando salimos del banco, nos metimos en un local de comida rápida. Jacob comió como nunca. El día anterior había decidido sacar todo lo que le quedaba en el banco, cantidad que no le serviría para más de tres o cuatro días, y eso si la distribuía bien.

―Te vas a atragantar ―le dije.

―Tengo... hambre

―Jacob, la gente te mira raro.

―Que... se jodan.

―No hables con la boca llena.

―Lo siento. Tengo hambre.

Efectivamente, todos nos miraban, o lo miraban a él. Es decir, ¿quién no miraría a un hombre con un hambre voraz y hablando sólo?

―¿Terminaste?

―Amber, haz silencio.

Al terminar de comer, nos levantamos, yendo a la heladería conjunta por un helado de chocolate.

―Jacob, no creo que sea buena idea tirar el dinero así...

―No lo estamos tirando. Estamos invirtiéndolo el alimentación.

Y cuando hablaba así, me recordaba porqué me enamoré tan profundamente de él. Tristemente me di cuenta de ese amor demasiado tarde.

―De todas formas. Si no consigues el empleo...

―Amber, has silencio. Disfruta del helado y punto. Mañana veremos lo del trabajo. Ya mucho tuvimos por una semana.

Me sumí en mi silencio, permitiendole al paladar de Jacob y a su sentido del gusto dejarme sentir el sabor del helado. Aunque estaba delicioso, no sentía ganas de comerlo, no lo necesitaba. Pero le dije a Jacob que me encantaba la idea de volver a probarlo.

Jacob pareció notar que estaba mintiendo, pero no dijo nada.

La noche se puso fría. Cuando llegamos a la casa, entramos riendo por el chistoso castañeo de los dientes de Jacob. Nos dimos una ducha y nos metimos a la cama. Esa extraña sensación que sentí cuando nos cubrió con la cobija y se acurrucó en posición fetal.

Amor O Castigo [AOC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora