Ciertamente, todas las flores que tocaba mientras me hacía camino hasta Jacob, morían. No podía entenderlo del todo. Una parte de mí se sumergía en tristeza al pensar que me había convertido en un ser maligno, un ser sin nada bueno en él. Pero descubrí que podía usarlo a mi favor. Jacob estaba en contra de las trampas, pero yo no.
―Por aquí.
Volteé para ver a una morena sonriente conduciendo a un grupo de cuatro personas. Tres eran hombres, mayores, con algunas canas en el pelo y unas cuantas arrugas en la cara. Más una mujer, mucho más joven que ellos. Todos ―incluida la morena― llevaban un carnet colgando del cuello, resaltando sobre sus camisetas floreadas. Eran los jueces.
Seguí con la vista su camino y noté el patrón que llevarían hasta llegar a la mesa de Jacob. Así que me acerqué al stand próximo que visitarían y toqué la flor gigante que estaba en el centro de todo. No la toqué bien, solo pasé mi mano. La flor no murió de inmediato, por el contrario, empezó a marchitarse lentamente. Para cuando los jueces llegaron, la flor estaba muy reseca.
Uno de los jueces, el más bajo, alzó una ceja.
―¿Qué...?
―No sé qué pasó ―se excusó el dueño de la flor, me sentí mal por él―. Estaba bien hace un momento. Yo...
A los jueces no les importó lo que el hombre pudiera decirles, solo marcaron algo en sus tableros y avanzaron, dejando al pobre hombre confundido.
―¡Maldición! ―gruñó el sujeto―. ¡Mil veces maldita sea!
Bueno, ya no me sentía tan mal. Tal vez empeoré su día un poco.
Decidí que no lo haría más, que buscaría la forma de hacer que Jacob ganara.
En el siguiente stand, había una chica, no la había notado. Debería tener unos dieciocho años a lo mucho.
―Buenas tardes ―le dijo a los jueces.
Ellos solo asintieron. ―Muéstrenos su... arreglo. ―Los cuatro miraron el arreglo de flores que estaba en la mesa detrás de la chica.
―Sí ―dijo ella― claro. ―Estaba nerviosa, pero tomó el arreglo y lo puso frente a ellos.
Comenzaron a oler los pétalos, a tocarlos, a mirarlos desde todos los ángulos. Igual que la vez anterior, solo anotaron cosas en sus tableros y se fueron.
La muchacha soltó el aire y se arrimó a la mesa, sonreí. Debió estar emocionada por este momento, porque miró el arreglo con orgullo.
Pasé de largo el siguiente stand, y antes de llegar al de Jacob, noté algo raro. Un chico, que estaba en la carpa de al lado de la de Anna y Jacob, se acercó sospechosamente a la pequeña maseta de Jacob, y le roció algo. Parecía agua, pero algo me decía que no lo era.
Me apresuré a llegar, Jacob me vio, pero no dijo nada cuando me paré frente a Anna y ella cruzó a través de mí, literalmente.
Miré atrás y vi a los jueces, en el stand de al lado, el siguiente era el de Jacob, y luego el del muchacho misterioso.
―Muéstrenos ―les escuché decir a los jueces a la distancia.
Me acerqué a los claveles de Jacob, y los observé con detenimiento. Él me miraba con intriga, no necesitaba voltearme para saber eso. Cuidadosa de no tocar las rosas, vi que los pétalos tenían gotas en ellos, pero estaban muriendo. Y sabía que no era yo la causante.
―¿Qué le mostrarán a los jueces? ―le pregunté a Jacob.
―Y ¿qué les presentamos? ―le preguntó él a Anna como si nada.
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Amor O Castigo [AOC #1]
Paranormal"Morir, fue solo el inicio de su nueva vida." Amber no se imaginó el giro que daría su vida, y es que despertarse como si nada luego de recibir un tiro en la frente dejaría a cualquiera desorbitado.