Capítulo 4. ¿Enfermedad o bendición?

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Desperté con mi cuerpo aún más adolorido y pesado que el día anterior, al levantarme fui a asearme, al menos era domingo, el único día en el que se nos permitía descansar, aunque no podíamos salir de los límites de la mansión, era toque de queda todo el día, aunque no me importaba mucho, fui a la cocina me tocaba hacer el desayuno con Agnes.

Al entrar encontré a Agnes y Matthew, fruncí mi seño parándome con imponente postura según yo –¿Qué rayos haces aquí?- ambos me miraron y Agnes me sonrió –hola bel, estamos haciendo el desayuno- su hermosa sonría hacía que mi mundo se iluminara pero igual no permitiría que se hiciera amiga de un rebelde –vete, yo lo hare- le dije a Mathew mirándolo mal, el solo asintió y salió –bel, deja de ser tan mala, perdió a toda su familia por salvarnos- suspire –no le pedimos ayuda- Agnes me miro sorprendida y en signo de reproche –bien- dijo molesta –lo siento, pero aléjate de él, hagamos el desayuno ¿sí?- le respondí mientras seguíamos en lo nuestro sin hacer más nada.

Todas desayunamos y fue la mañana más rara de todas, la mayoría de las chicas estaban raras Aranza llego corriendo algo alterada de su habitación aunque parece haberse calmado, todas estaban en silencio y si algo nos caracterizaba era lo ruidosa que éramos y más Zay, estaba casi muda y ni siquiera estaba comiendo -¿estás bien?- ella me miro como si apenas podía prestar atención –s...si- luego miro a una pared y quizás lo imagine o no sé pero creo que estaba temblando -¿Zay?- tome su mano –estoy bien, solo no dormí bien....- para entonces no había notado que todas nos miraban –sí, te entiendo, yo tuve un sueño muy raro y no pude seguir durmiendo- menciono Aria, luego todas se miraron –supongo que aún están cansadas por lo del meteoro– menciono Mathew, la conversación quedo ahí y todas recogieron los platos y ayudaron a limpiar, esos chicos se quedaron en su habitación, tenían que esconderse ya que si algún dron llegaba a detectarlos por alguna ventana o algo, estábamos jodidas. -bel, tenemos que hablar- me llamo Agnes en la sala, nos sentamos en el mueble –puedes decirme ¿qué te pasa?- la mire extrañada –has estado todo el día caminando extraño, ¿te duele algo?- sonreí –solo me duele el cuerpo, no te preocupes- ella solo me miro preocupada –tranquila estoy bien, escucha mejor quiero que me prometas algo, quiero que dejes de hablar con ese rebelde- cambio el rostro poniéndose seria –a ver Isobel, es cierto que eres mayor que yo y me cuidas pero no eres mi mama y puedo hablar con quien quiera- bien eso no me lo esperaba, ahora estoy molesta –mira niña, estas bajo mi cuidado, así que tienes que hacerme caso- ella se levantó cruzando sus brazos –ellos no son malos, sabes quienes en este mundo son los malos- también me levante no importaba que tuviera que mirar para arriba ella no iba a pasar mi autoridad -NO ES NO ASI QUE ME HARAS CASO O NO SALDRAS DE LA HABITACION HASTA DESPUES MESES- empecé a gritar y por el rabillo del ojo vi como todas las chicas se acercaban a ver qué ocurría –NO ME MOLESTES, NISIQUIERA PUEDES CASTIGARME, NUNCA LO HAZ HECHO- ella también gritaba, creo que es la primera vez que peleábamos así –AGNES MILLER ESTAS CASTIGADA-

Vi cómo me miraba con furia, de pronto sentí como la habitación se ponía más caliente –¿A....Agnes?- vi como estaba saliendo humo de su cuerpo, ella estaba mirándome fijamente, sus ojos estaban pasando de un café oscuro hasta que al igual que su cuerpo estaban completamente rojos –¿Agnes, que tienes?- estaba asustada, de su cuerpo empezaron a salir llamas –AGNES- grite junto con algunas chicas, estaba completamente en llamas, pero era como si no la quemara, estaban girando alrededor de ella, luego levanto la mano y una llamarada me golpeo justo en el pecho mandándome a volar al otro lado de la sala, al caer vi como todo el fuego se apagaba y vi a Agnes desmayarse, fue lo último que vi antes de desmayarme también.

Al despertar estaba en el mueble –al fin despertaste, ¿estás bien? - veía algo borroso, pero sabía que era Galia –s...si, solo me duele el cuerpo- la verdad tenía un dolor de cuerpo tan horrible que apenas podía mover mi cabeza y también me ardía el pecho, creo que estoy algo quemada. Mire al lado y en el otro mueble estaba Agnes aun inconsciente –ella está bien, solo duerme, no tienes quemaduras ella tampoco, tu tranquila– me dijo Nury casi como si me leyera la mente, todas estaban ahí y también los dos chicos.

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