Capítulo 5: Tiempos de paz, momentos a memorar

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El Equipo Doce estaba algo silencioso dentro de la casa de Tazuna, todos sus miembros en diferentes partes de la sala donde pasaban el tiempo, dos de ellos podría decirse que estaban en sus propios mundos ya que ignoraban todo a su alrededor, incluso ambos tenían algo de lectura en sus manos, Sai un libro con una curiosa portada y Naruto el pergamino que su madre le confirió hace poco más de tres semanas.

El ANBU de Raíz estaba alejado con su espalda en una pared, sus rodillas alzadas y sobre sus muslos teniendo el peculiar libro el cual era levemente sujetado por las manos enguantadas del pelinegro. Puede que no hubiera emociones en el rostro del ninja, sin embargo alguien quien conociera a Sai, más que nada Naruto por diversas razones, podría deducir que la herramienta de Danzou estaba pasando por una leve crisis existencial.

Naruto podía saberlo bien porque de todo el equipo doce era quien había empleado un mayor esfuerzo en aprender de Sai, aunque todo para molestarlo y/o torturarlo psicológicamente.

Anko quiso ayudar y conectar con su estudiante pelinegro, algo en lo que Yakumo concordó ya que ambas querían conocer a su estudiante/compañero con la esperanza de apoyarlo a abrir su corazón e investigar las emociones que olvido y/o reprimió.

Naruto fue un caso totalmente opuesto ya que no quería ayudarlo, quería molestarlo, por lo tanto se aseguró de observarlo y analizarlo totalmente de pies a cabeza, cada estimulo en sus palabras, cada reacción a sus respuestas, cada movimiento, cada sonrisa falsa, cada expresión en blanco, observo cada cosa con frialdad y seriedad, todo con un único objetivo que a veces no lo dejaba dormir por las noches porque pensaba en las formas de hacerlo realidad.

Deseaba molestar a Sai y hacerlo llorar.

Pensar en una marioneta sin emociones llorando por su culpa era algo que le daba un placer culpable ya que sabía que eso estaba mal sin embargo deseaba hacerlo. Cualquier persona normal, con cierto grado de empatía, querría ayudar a Sai porque su situación daba lastima, simplemente porque se compadecería de su vida, sin embargo él no era normal ya que quería ver a su compañero llorar, ese deseo emergiendo de su corazón por una sencilla razón.

Sai oso llamarlo tomate.

Desde el primer encuentro, desde el primer instante, desde el primer segundo en que Sai escupió el tabú, Naruto ya supo que la guerra entre ambos sería inevitable y como cualquier conflicto entre dos niños, mocosos, nunca acabaría por una sencilla razón la cual al considerarse volvía a reafirmarse.

Literalmente la paz jamás sería una opción.

Mientras que el ANBU asignado con Danzou seguía pensando en la razón de su existencia, Naruto estaba en el otro extremo de la sala, alejado de Yakumo y Anko las cuales estaban en el centro frente a una pequeña mesa, la Sensei comiendo Dango ante la mirada algo incrédula de la Genin, después de todo la usuaria de ilusiones fue testigo de cómo hace pocos minutos la Mitarashi formo un berrinche sumamente dramático sobre cómo cada casa/hogar que se respete debe tener Dango, al no obtener lo que deseaba desellando de un pergamino unos palillos que contenían su comida favorita.

El hijo del Yondaime no presencio la escena de su Sensei, en cambio apenas se adentró en el hogar de Tazuna tomo asiento cerca de la esquina y saco el pergamino de su madre, comenzando nuevamente a tratar de deducirlo al leerlo e interpretarlo de todas las maneras y ángulos posibles.

Sin embargo nada funcionaba, podía comprender varias partes de los Kanji y escritos pero no entendía como se relacionaban entre sí.

"Rojo, Uzumaki, ¿Fujiwara? ("Campo de Glicina"), Tierra del Remolino"— el Namikaze hizo una pequeña mueca que siempre aparecía cada vez que leía el pergamino, cada vez relacionando las palabras "Rojo", "Uzumaki" y "Tierra del Remolino", sin embargo el "Campo de Glicina" era algo que lo descolocaba totalmente.

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