CAPITULO II

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2010

Mi cámara enfoca a las mariposas que están a mi alrededor, capturando hábilmente una buena foto que podre retratar en mi lienzo estando ya en casa.

Después de tomar algunas fotos más, tomo asiento en el pasto y observo lo que me rodea. Las personas se ejercitan, algunas otras caminan tranquilamente con sus acompañantes y muchos como yo, solamente admiramos uno de los primeros atardeceres de verano en San Francisco.

Mis ojos se regocijan de poder ser dichosos de ver esa fusión de colores naranjas, morados y rojizos. En lo personal, el cielo de día, de tarde y de noche me encanta, puedo pasar horas observándolo y realmente no me aburriría.

Decido que es hora de ir a casa, pero antes de llegar al departamento opto por pasar por un café helado para mí y Hanna que es mi rommie, confidente, hermana sin compartir lazos de sangre y también mi mejor amiga.

Teniendo ya los cafés, camino por la larga calle en donde se encuentra el edificio con departamentos en donde vivo, mi departamento es un espacio bastante grande con tres cuartos cada uno con su respectivo baño, una cocina bien equipada, sala de estar y un balcón con dos sofás columpios en donde puedes tomar tu desayuno. En general, un lugar bastante cómodo para vivir.

Entro al edificio, saludo a los guardias y me adentro en el elevador, doy click en el botón número diez y subo.

Observo mi persona en el espejo del elevador, llevo unas mayas deportivas color negro, unos tennis del mismo tono y una hoddie blanca con un bonito estampado que dice Fuck me en letras grandes.

Toco mi cabello que me llega a los hombros y mis ojos se llenan de agua, recordando rápidamente un año y medio atrás en donde mi cabello era inexistente y mis ganas de vivir de igual manera.

No encuentro palabras para poder describir lo que sentí al luchar por dos años contra el cáncer, tampoco encuentro palabras para explicar quién soy yo ahora, porque la chica de dieciocho años que siempre tenía una sonrisa en sus ojos ya no está. Ahora soy sola una sobreviviente más, que superficialmente se ve normal, pero dentro de mi hay una constante lucha, en donde las marcas de mis brazos y mi abdomen me duelen, las pesadillas recurrentes donde me encuentro viviendo nuevamente los días de hospital rodeada de enfermeras y doctores me mata.

Pero debo de superarlo, porque en verdad ya no puedo aguantarlo.

Camino por el pasillo con cuatro puertas y meto la llave en la puerta número dos, entro y dejo el café de Hanna en la mesita de estar, avisándole que llegue a casa mientras que yo voy al fondo en donde está el balcón, tomo asiento en el sillón y bebo mi café.

El clima está muy rico, la brisa del aire toca mi rostro y cierro los ojos. Así es como siempre me quiero sentir, llena de paz y tranquilidad.

— Hola ojitos.

— Hola ojotes.

— ¿Qué tal te fue en el parque? — pregunta Hanna— ¿Abra nuevos cuadros? Porque Frina tienes muchos compradores interesados en adquirir una obra tuya.

— Tal vez hoy pinte algo.

— Tu puedes amorcin, es que eres una artista nata.

Rio.

— De verdad cada día más te pareces a mi mamá, deja de tratarme como tu hija.

— Oh vamos amorcin —me abraza— soy tu mami.

— Si mami —contesto.

— Ya te aplicaste tu dosis de insulina— pregunta.

— Nop, justo lo hare ahora.

NOCHE ESTRELLADA © | NOCHE I |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora